jueves, 20 de junio de 2019

Ya paren, salvajes, paren


Por el Dr. José Pérez

Si los vicios aprehendidos, humanas debilidades o social tribulación
te estimulan la violencia y consiguen que el instinto animal se te libere,
recurrir a la crueldad con iluso poderío jamás traería solución,
y menos aún buscar resolver la situación maltratando las mujeres.

Las flores que hoy se abren son las mismas que una vez dieron aromas al viento,
e idénticas mariposas igual que en aquellos tiempos se detienen a libarlas.
De igual manera que antes el planeta se les brinda para que hallen sustento;
lo que haría falta es volver al abrazo camarada que auxilie la Caminata.

Hasta las vastas sabanas que aquellos días recorrieran como pareja valiente,
mutuamente protegidos, figurando direcciones y agarrados de las manos;
impacientes y optimistas esperan que el sol alegre aparezca y las caliente,
pues la existencia es la misma que cuando se comenzara  hace millones de años.

La aventura no ha cambiado de cuando eran compañeros y que se necesitaban,
caminando largos días de un punto para otro punto con ojos al horizonte,
confrontando valerosos los abruptos precipicios y cavernas que espantaban,
luchando contra las fieras y protegiéndose juntos sobreviviendo en el monte.

Tú no puedes ser sin ella y ella sin tí es dudoso que lograra subsistir,
pues tú la llevas en tí como ella te lleva en sí igual a un nudo irrompible;
como el agua de los ríos necesita de las piedras para que la hagan reír,
y las tinieblas nocturnas quiebran el amanecer para hacerse indivisibles.

Propósitos maliciosos incitan Hombre al machismo y a dividir la pareja;
y actitudes disonantes impulsan la necedad de comparar importancias,
pero quien da las semillas con lo que se necesita para continuar es ella;
pues cuando queda preñada es quien produce el relevo para seguir la Carrera.

La mujer sufre dolores y el hombre se planta allí mientras que sólo la mira;
y cuando arriba la cría es ella quien la amamanta para iniciarla en su vida;
camaradería sincera y esfuerzo mancomunado es lo que se necesita,
no corrosivas acciones que agredan la Sociedad y le produzcan heridas.

La jornada de la raza humana no es solitaria; no es un negocio aislado;
y se camina mejor al lado de un buen amigo para que ayude juicioso,
aunando todo el brío para obtener el vigor de soportar el techado,
fabricando una sombrilla que pare las tempestades en los días tormentosos.

El llamado a la unidad es una sabia advertencia que debía ser escuchada.
Desigualdades de género deben ser erradicadas de nuestras comunidades;
la mujer aguanta y tolera pero los tantos tormentos la tienen desesperada;
Y levantarse en protesta es mejor a que le impongan una vida de avatares.

La mujer es el comienzo y allí está al final con las manos extendidas,
proveyendo en sus abrazos caricias apetecidas que ella sola sabe dar;
obliteren la violencia y los actos genocidas que la privan de la vida,
suprimiendo el más preciado y espléndido tesoro que hay en la Sociedad.

Que se paren de inmediato todos los feminicidios y crímenes pasionales,
pues la violencia de género es un factor que promueve y provoca división;
asesinatos por celos, por sospechas, desatinos y motivos pasionales,
dejan al final de cuentas como los perjudicados niños, familia y Nación.

Son ellas quienes suavizan, acarician y mantienen la unidad de la familia;
las que embellecen la vida y las que plantan las flores con sutileza y dulzura;
el suprimir una de ellas es como robarle un pétalo a una flor de la Filia;
es como dejar el mundo sin trinos, sin melodías, sin alegría y donosura.

Ya frenen los homicidios y abusos para impedirles manifestar su sentir;
pues tanta carnicería está ahogando las calles y colmando la paciencia;
atajen el salvajismo que aniquila las mujeres y deja el mundo sin lucir,
con cementerios repletos de cadáveres llorando y clamando su inocencia.

Y esqueletos y osamentas que gimen y que reclaman que quisieran regresar,
a disfrutar los momentos que vivieron con sus hijos y sus madres y sus padres;
porque aún no había llegado, ni tenía que haber llegado su momento de marchar,
y sus planes, sus anhelos, sus sueños y sus promesas se quedaron en el aire.

Pero no consiguen más que efectuar una triste danza que se prefiere ignorar,
una danza melancólica que denuncia el atropello y que impide su presencia   
en aquellos días alegres que estaban con sus familias a la sombra del hogar,
previo a que esos verdugos con puños, filos y balas les segaran la existencia.

Aún se pueden notar los penosos cordurones que la crueldad les causó.
Y las marcas asombrosas de las profundas heridas que les quitaron su vida
Y los cuellos cercenados y los dedos machacados que tanto dolor les dió
Y los sangrantes cabellos que un día lucieran hermosas para abajo y para arriba.

Ellas vivían tan contentas con las lindas cabelleras que el viento alborotaba,
y caían en sus espaldas como bonitas cascadas que satisfechas mostraron;   
y hoy se ven enrojecidas pues la sangre a borbotones se las dejó empapadas,
espectáculo sangriento que hasta anegó las mortajas en las que las enterraron.

Todavía se oyen lamentos desde las profundidades en que fueron sepultadas,
como pidiendo clemencia y que las dejen volver a ver sus hijos creciendo;
pero no encuentran respuestas ni justas explicaciones de una Sociedad insensata
que hipócrita las ignora, sigue sorda y nada hace porque no sigan muriendo.

Y no las golpeen tampoco con el indigno propósito de mantenerlas calladas,
que tienen mucha razón cuando gritan y protestan por todas las canalladas
de que ellas son objeto en las turbulentas vidas a que han sido empujadas.
No se silencian verdades suprimiendo a quien las dice pues se hacen más probadas.

Machismo es brutalidad con que el salvajismo oprime y rompe lazos fraternales,
resquiebra la Sociedad robándole la mitad para mantenerla mustia impidiéndole crecer;
robando el espacio ajeno, con un ficticio poder que se basa en humillar y niega oportunidades,
y es evidencia de atraso y del nivel cultural con que el odio se derrama y salpica por doquier.

Con groserías las humillan y hasta les caen a patadas porque ellas parecen débiles;
pero no son tan endebles cuando paren los muchachos pasando esos sufrimientos,
lo que no hombre ha logrado por más machos que se crean y se piensen muy viriles;
ya sean acomplejados, brabucones, altaneros, aguajeros, jactanciosos o virulentos.  

Como flores complacientes cerca de un panal de abejas ahí están ellas radiantes,
dándole color al mundo y haciéndolo cada día más provocante y atractivo;
para que vengan intrusos que disfruten de su néctar seductor y erotizante,
que las sitúa primordiales en el crucial obligado mecanismo natural reproductivo.

No se considera extraño a quien ha estado presente con uno por tantos años;
al lado uno del otro resistiendo con valor a través de inmensos cambios,
y todavía sigue allí sin flaquear ni parpadear con el pasar de los tiempos,
a veces en la vanguardia, sin rehusar continuar o quejarse del cansancio.

Como no hallan soluciones para los Males Sociales quieren culparlas a ellas;
pero ellas se dan enteras dedicadas a su familia, a veces hasta sumisivas,
aceptando por sus hijos esos sórdidos ultrajes con que se les atropella;
qué más desearan ellas que todo viviera en paz y les respeten sus vidas.

Ver sus hijos en la escuela, creciendo con sus papás en placidez hogareña,
sin que tengan que mirar la corrupción y miseria que arropan la Sociedad;
que trae como consecuencia el sangriento torbellino que las envuelve a ellas,
que todos dicen detestan pero sospechosamente no lo quieren terminar.

Trabajan sin descansar y en pago les dan ofensas, bofetadas y pescozones;
no conformes con maltratos todavía van más allá, se atreven a asesinarlas.
Toda una vida sufriendo, con lágrimas contenidas esperando días mejores,
y en vez de alcanzar sus sueños las obligan a vivir un infierno que no acaba.

La ruin Sociedad Machista no quiere reconocer que es ella la responsable,
pues permite que el negocio que promueve la violencia llene las casas de armas,
aunque sepa que los brutos cuando se sienten armados se vuelven más despreciables,
crece su brutalidad, pierden el control mental, se les ciega la razón y violencia se derrama.

Para encubrir sus fracasos se las dan de superhombres y se creen la gran cosa,
pero no hallan la manera de parar el odioso vicio del alcohol y de las drogas,
que hace que pierdan la mente atacando las mujeres porque son observadoras,
cometiendo las tragedias y las horrendas masacres que la Sociedad deplora.

Es por ello que se aúnan voces en todo el Planeta para llamar a cordura;
y en el lado en que se viva, Norte o Sur del Ecuador, el reclamo es con razón:
Ya paren salvajes paren ensangrentando la vida y provocando amargura,
pues la bandera del bruto jamás podrá dividir y destruir nuestra Civilización.