lunes, 11 de agosto de 2025

Murió Miguel Uribe; un joven senador y precandidato a la presidencia de Colombia, malogrado por disparos



Miguel Uribe era el típico delfín político que medio país miraba con recelo por haber nacido donde nació. Tenía abolengo por punta y punta. De familia empresarial y política por el lado del papá, y de herencia aún más política por el lado de la mamá. Pero no solo era hijo del privilegio bogotano. También fue el protagonista de un arco paradójico: buscaba ser presidente de Colombia como su abuelo, pero una violencia reciclada que cuando niño le arrebató a su mamá volvió con furia del pasado y no solo lo sacó de la contienda política, sino que le costó la vida. 

Este capítulo de la vida del senador y precandidato era conocido por una parte de los colombianos. Pero detrás de esa experiencia había más que un delfín herido. Miguel supo cargar con su mochila de privilegios y dolor haciéndose a un camino propio. Lo hizo como un niño genio en cuerpo de grande que brillaba y arrastraba burlas por donde pasaba, en parte por una autenticidad desbordada que lo hacía caricaturesco. Desde el Concejo hasta el Congreso, como un férreo opositor a Gustavo Petro. Y desde Los Nogales hasta Harvard, donde el expresidente Álvaro Uribe lo cantó hace un año como su preferido para 2026, según revela este perfil de La Silla Vacía.

Miguel, de 39 años, era la carta de parte de la derecha para las próximas elecciones. Y en particular de Uribe, que desde chiquito le seguía los pasos como un cazatalentos que persigue a su relevo. “Uribe algo vio. Era un niño genio”, dice una fuente del equipo del senador, que por seguridad pide la reserva. Esa genialidad le permitió ganar espacio en el Centro Democrático, y le costó al tiempo el ostracismo de sus compañeros. Afuera, impulsado por una precampaña millonaria que él decía financiar con su familia, también golpeó la mesa, pese a que no logró despegar en las encuestas.

Con ese estilo intrépido, propio de la juventud, el político más amante al ajedrez que a la política se jugó una partida clave en su carrera. Pero la partida más importante la perdió en la madrugada de este lunes en la Fundación Santa Fe, donde murió tras luchar durante dos meses y cuatro días contra un disparo en la cabeza. Su atentado, a manos de un menor de 15 años —otras cinco personas involucradas hoy son procesadas por la justicia—, y su evolución pusieron al país en vilo, convocaron marchas y la búsqueda de culpables políticos en todas las orillas. 

Hoy, Miguel Uribe se convierte en un mártir para el uribismo y en un precedente doloroso para la campaña presidencial.