Ex presidente Dr. Joaquín Balaguer
Los tres viajaron en un mismo vehículo, el Lincoln Continental negro identificado con la placa número 3, asignada al secretario Beauchamps Javier. Al llegar, al filo de la medianoche, a la residencia presidencial, el general Eladio Marmolejos Abréu, ayudante militar del presidente, salió a recibirlos y a cuestionarlos sobre el motivo de su visita. El doctor Marino Vinicio Castillo le contestó que iban a ver al presidente Balaguer. Marmolejos les dijo: “Hay un problema: el presidente ya está durmiendo”. El doctor Castillo insistió: “Vaya y despiértelo. Hay una grave situación de la que él debe tener conocimiento”.
El general Marmolejos despertó a Balaguer, quien aparece con su bata de seda roja purpura, despeinado y aún entumecido por el sueño. Preguntó con cierta incomodidad: “¿Qué es lo que pasa?”. Como ninguno contestó, cuestionó directamente al doctor Castillo: “¿Qué es lo que pasa?”. Vincho, con su análisis profundo de la situación, le explicó: “Se están perdiendo las elecciones, hubo una interrupción del conteo y se está produciendo prácticamente un golpe de Estado, porque los militares dicen que no entregarán si gana el PRD”. Balaguer, exaltado, vocifera: “¡Eso es antihistórico! ¡Eso no se puede permitir! ¡Todo tiene que mantenerse en el plano institucional!”
Balaguer hizo entonces una segunda pregunta: “¿Ya llegaron los votos del campo? Vincho le explicó que la tendencia era la misma. Que también en el campo se estaba perdiendo.
Hubo una tercera cuestionante, aún inexplicable: “¿Qué opina monseñor Reilly?”, preguntó, refiriéndose al que hasta su jubilación había fungido como obispo de San Juan de la Maguana. El doctor Castillo le respondió: “No sé”.
Balaguer entonces dio instrucciones a la comisión: “Vayan y desmonten eso. Eso es antihistórico”. Y se despide de Vincho diciéndole: “Cuídate mucho”.
La asonada estaba auspiciada por el vicealmirante Francisco Rivera Caminero y el general Neit Nivar Seijas. Contra ese golpe abortado estaban el general Enrique Pérez y Pérez y
el vicealmirante Ramón Emilio Jiménez. Estos últimos permanecieron al llegar el gobierno de Antonio Guzmán, el primero como jefe del Ejército Nacional brevemente y el segundo como canciller.
Meses después Balaguer ya en la oposición aseveraba: “Solo bastó que existiera en el presidente de la República y en la mayoría de las fuerzas vivas de la nación la voluntad de hacer respetar el resultado de los sufragios, para que surgiera ilesa de esa confrontación la democracia representativa”.