Erik y Lyle fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en 1996, en un juicio que captó la atención del país debido a la brutalidad del crimen y las revelaciones que surgieron sobre el presunto abuso al que habrían sido sometidos por su padre, José Menéndez, un poderoso ejecutivo de la industria musical.
La “clemencia” del gobernador de California podría ser la última esperanza de los hermanos Menéndez
Durante el juicio, los hermanos alegaron que actuaron en defensa propia tras años de abusos físicos y sexuales por parte de su padre, pero el jurado no dio credibilidad a este argumento. En su solicitud de clemencia, los hermanos sostienen que no son las mismas personas que cometieron el crimen y que el tiempo en prisión les ha permitido reflexionar y rehabilitarse.