
Los religiosos
consideraron que la pandemia ha destapado con crudeza el viejo sistema de
desigualdad que rige al mundo, pero que la situación da la oportunidad de
reorganizarse de cara al futuro y ver qué priorizar, dónde se tiene que enfocar
la atención, y cómo arreglar las vulnerabilidades.
La primera palabra:
“Padre Perdónalos porque no saben lo que hacen”, fue leída por el reverendo
Francisco José Hernanado, y en ella se mencionaron los males sociales que
padece la sociedad dominicana, como son la pobreza, discriminación,
marginación, violencia, inseguridad, delincuencia, corrupción y clientelismo,
al tiempo que pidió perdón por quienes los practican o contribuyen a los
mismos.
“El hacinamiento,
la falta de agua y servicios sanitarios. Carecemos de un servicio de salud
primario. Eso no lo trajo el virus, ya estaba aquí”, enfatizó Clark.
“En este sentido,
queda claro que no basta cumplir la ley, para enfrentar el coronavirus.
Legalmente se podrá argumentar que es un derecho cobrar deudas y cumplir los
contratos, pero en una situación como la que estamos viviendo, la moral invita
a mirar más allá, a mirar lo que es justo. Es el momento de pensar en los más
necesitados”, expresó el reverendo Abraham Apolinario, durante la tercera
palabra “Juan he aquí tu madre”.
El reverendo Nelkys
Acevedo, quien leyó la sexta palabra, hizo una reflexión sobre la pandemia,
asegurando que ha enseñado al mundo lo mal que estaba viviendo.
“El COVID nos está
enseñando que estábamos viviendo mal, y hemos llegado a este día convencidos
que en el futuro o cambiamos o morimos. Sin Dios, sufrimos; con El al final de
nuestros días podremos decir llenos de alegría que ¡todo está cumplido!”,
indicó Acevedo.
La última palabra
estuvo a cargo de Monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de
Santo Domingo, quien concluyó con el Sermón de las 7 Palabras: “Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu”, en la que habló sobre la situación actual y
cerró con una oración.
“Estamos viviendo
una experiencia de prueba y de dificultades. Una experiencia en la cual tenemos
que confirmar nuestra fe y nuestra confianza en Dios”, concluyó monseñor
Ozoria.