domingo, 16 de septiembre de 2018

Un Turpén que le hedía mucho la boca


Por el Doctor José Pérez

Poseyendo similares condiciones climáticas, compartida posición geográfica en el planeta, y comunes idiosincráticas características, los países latinoamericanos han pasado, más o menos, por un similar patrón formativo.

Sucedió casi lo mismo con todos. Habiendo tenido que soportar el holocausto de sus originales habitantes, sometidos al terror de la destrucción y de los dolorosos horrores traídos por los “visitantes” europeos, nuestro territorio ha sido obligado a sufrir las infernales imposiciones del extranjero por más de quinientos años.

Habiendo heredado y “saboreado” esa  horrenda experiencia, las naciones de Latino-América se consideran todas queridas hermanas. Cuando las luchas independentistas del Siglo XΙX, los libertadores de nuestras naciones contaron, no sólo con el apoyo de sus hermanos, sino que se prestaron soldados unos a los otros, muchos de aquellos soldados ofrendando sus vidas en aras de la libertad de la Patria de su hermano.

Han existido discordias y diferencias entre las mencionadas naciones, tal como es común y natural que suceda entre los hermanos. Históricamente, cualquier pequeño altercado o desavenencia se ha resuelto satisfactoriamente; como sucede entre hermanos que se quieren y se tienen alta estimación.

Algunos sapientes han dicho que los pueblos de América Latina somos uno. Todos sufrimos el   asalto de las conquistadoras hordas malignas y de los funestos curas, sacándonos sangre de la cabeza con un palo, mientras nos hacían tragar los pedazos de la Biblia, logrando que fuéramos una raza con la cabeza baja, siempre dispuestos a cumplir la orden del patrón.


Desde su fundación el 30 de Abril del 1948, la OEA siempre ha estado al servicio de su amo, el imperialismo.”A nosotros los dominicanos nadie tiene que venir a recordárnoslo.

Nosotros lo vivimos en la realidad en el año 1965, cuando la maldita organización nos tronchó el camino y nos impidió las ansias de libertad, obedeciendo los mandatos imperialistas.

La historia de la OEA en nuestras naciones latinoamericanas ha sido larga y sucia. No hay que perder tiempo mencionándola. Lo podríamos dejar aquí y no seguir ensuciando mas papel con su nombre. Pero es que ahora ha aparecido un sujeto que, como Secretario General de la malvada institución, funge como el nuevo lacayo del imperio desde el año 2015.

No es que el mencionado elemento merezca demasiado atención. Él ni siquiera tiene luz propia. El Luis Almagro de Paysando, Uruguay, es lo que él está supuesto a ser: un desconocedor del derecho que tiene cada nación latinoamericana a elegir el tipo de gobierno y sistema que a la población de esa determinada nación le parezca. Según yo tengo entendido, a esto es que llaman libertad y democracia. No es verdad?

Parece ser que el diablillo tiene problema en el ojo derecho. Cada vez que uno de los horrorosos gobiernos reaccionarios del área hace una bellaquería o cualquier necedad, el hombre se hace de la vista gorda. Pero el gobierno venezolano, al que los oligarcas del mundo le están aplicando un criminal ahogo económico sólo por querer establecer un modelo político y económico diferente, el vagabundo está que patalea y hasta se arranca los cabellos, al ver que no están siguiendo los mandatos de su amo del norte.

Los venezolanos deben mantenerse unidos como el acero, luchando por su liberación. Ellos cuentan con todo el soporte de sus hermanos latinoamericanos. Al fin y al cabo la senda que ellos están tomando es la que deben seguir todas nuestras naciones, tarde o temprano. La senda del socialismo. Mientras tanto, el mentecato lacayo, que se corte una rama de eucalipto para que espante las moscas.