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Lic. Eddy Arias Gómez |
Muy correlacionado
con el derecho a la verdad está el derecho a la cultura, en virtud de la cual
los ciudadanos pueden integrarse responsablemente al dinamismo social.
Estos son los
horizontes a los que se abre este imperativo de la Ley de Dios: “No dirás falsos
testimonio ni mentira”.
El don de la
palabra, facultad de comunicación específicamente humana, está destinado por
Dios a ser instrumento de la verdad.
Precepto del
viejo decálogo es esta la norma “No difundamos rumores falsos”. La mentira
consiste en afirmar lo contrario a lo que se piensa o lo contrario de lo que en
realidad es, con la intención de inducir a los otros a error. Su actitud
pecaminosa se incrementa, cuando además la mentira se propaga con la intención
de causar perjuicio al prójimo.
En todo caso, la mentira deshumaniza las relaciones entre las personas, altera el dinamismo de la inteligencia humana, despojándola de su atribución más propia y noble, que es el conocimiento de la verdad. La actitud mentirosa adquiere proporciones diabólicas cuando va unida a un espíritu de contradicción y oposición al conocimiento de la verdad como el de los Fariseos frente a Jesucristo acusándolo ante Pilato.
En todo caso, la mentira deshumaniza las relaciones entre las personas, altera el dinamismo de la inteligencia humana, despojándola de su atribución más propia y noble, que es el conocimiento de la verdad. La actitud mentirosa adquiere proporciones diabólicas cuando va unida a un espíritu de contradicción y oposición al conocimiento de la verdad como el de los Fariseos frente a Jesucristo acusándolo ante Pilato.
La exigencia
de servir a la verdad se proyecta también sobre nuestros comportamientos.
Sincero es el hombre o mujer que no solamente no dice mentira, sino que también obra sin falsedad. Desde este punto de vista la trasgresión del “Orden a la verdad” es la hipocresía. Los hipócritas hacen lo contrario de lo que sienten en su corazón, o bien, actúan sin que exista correspondencia entre sus convicciones interiores y sus comportamientos externos.
Las palabras más duras de Cristo fueron para los ricos y para los hipócritas “Son sepulcros blanqueados”
Sincero es el hombre o mujer que no solamente no dice mentira, sino que también obra sin falsedad. Desde este punto de vista la trasgresión del “Orden a la verdad” es la hipocresía. Los hipócritas hacen lo contrario de lo que sienten en su corazón, o bien, actúan sin que exista correspondencia entre sus convicciones interiores y sus comportamientos externos.
Las palabras más duras de Cristo fueron para los ricos y para los hipócritas “Son sepulcros blanqueados”