Por: Martha Martínez.- Hoy es 8 de Marzo, y se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. Y hoy les hablaré como la mujer que gracias a Dios soy, mi gente buena.
Dedicar una jornada anualmente a rendir homenaje a las mujeres es parte del esfuerzo planetario que hace mucho tiempo se desarrolla en pos de lograr que nosotras ocupemos al fin en la vida el lugar que justamente merecemos a la par de los hombres en todo momento, contexto y sentido, porque sin nosotras ningún momento en ningún contexto tendría sentido alguno.
Cuando un hombre ama, respeta, apoya, soporta, sostiene, refuerza, valora, estimula, promueve, impulsa, reconoce y venera (entre otras muchas cosas que deberían hacer todos) a la mujer que como su compañera le acompaña con amor y compromiso en el camino de la vida, no le hace un favor, ni cumple un deber, ni devuelve un préstamo ni honra un compromiso, ni nada parecido. Simplemente, el hombre que hace todo eso está haciendo lo que esa mujer merece, requiere y demanda por su condición de mujer y por ser su leal y comprometida compañera. Está dando lo que debe dar, está haciendo lo que por su masculina condición le corresponde hacer, y lo mejor y lo máximo sería que lo hiciera porque quiere y necesita hacerlo, que lo hiciera desde el alma y sin siquiera sentir que lo hace, sino que fuera esa una conducta natural plenamente incorporada y asumida como la normal y la única posible y válida. ¡Porque lo es!
Pero sobre todo, este hombre que así se comporta, está honrándose a sí mismo asumiendo y demostrando su condición de hombre y caballero, y honra muy especialmente a la madre que le trajo al mundo y con su amor y plena entrega le hizo el hombre que es. Está honrando a las maestras que le educaron y formaron, a las abuelas y tías que le cuidaron, amaron, apoyaron y acompañaron, a las hermanas y primas con quienes compartió los juegos y los sinsabores de la infancia y la juventud, a la (s) novia (s) que marcaron los primeros pasos de su trayecto de amores juveniles, a las amigas con las que pudo contar en un momento difícil, a las doctoras que cuidaron o cuidan su salud y la de los suyos, a las compañeras de trabajo con quienes labora a diario, a las mujeres humildes y sencillas que en un sitio cualquiera le sirven con amor y una sonrisa su plato del día, a las maestras que educan a sus hijos, a las comunicadoras que le informan, a las empleadas que mantienen limpio y ordenado su entorno laboral, a las artistas que le divierten y edifican, a las militares y civiles que integran los cuerpos armados que defienden su Patria y su tranquilidad ciudadana, a las dirigentes comunitarias o políticas que limpia y honestamente conducen hacia un mejor status a su comunidad, en fin… ¡A TODAS LAS MUJERES A QUIENES CADA BUEN HOMBRE SE DEBE!
Y cada mujer merece a su lado un hombre así. Uno que asuma los objetivos y proyectos de ella como propios y se comprometa con su desarrollo exitoso, sin pretender jamás detenerlo o limitarlo. Uno que respete sus espacios y comparta sus decisiones, y que jamás invada tales espacios sin permiso. Uno que no la considere nunca como SU MUJER, con absurdo sentido de propiedad y como un objeto u adorno más de casa, sino COMO LA COMPAÑERA DE SU VIDA Y EL SER QUE LE DA VERDADERO SENTIDO A ESA VIDA GRACIAS A LA GRANDEZA QUE ALCANZA, DERRAMA Y COMPARTE. Uno que no quiera usarla para mejorar su propia imagen ni como complemento de sus logros y realizaciones como hombre, sino que quiera contribuir cada día a que ella crezca integralmente y se sienta orgulloso de ese crecimiento, porque la imagen crecida de ella lo enaltece también a él. Uno que no envidie sus resultados en cualquier esfera de la vida ni pretenda opacarlos o minimizarlos, sino que sienta cada logro de ella como suyo y haga lo posible y necesario porque ella logre más cosas cada día, y la impulse a hacerlo. Uno que sea inspiración permanente, orientador y guía cuando haga falta, facilitador y no obstáculo, impulso y nunca freno, motor y combustible, soporte y estímulo constante y decisivo. Uno que sea esposo leal y comprometido, amante tierno, dedicado y enamorado, amigo fiel y compañero inseparable, caballero protector y niño protegido, pensador inteligente, responsable y prudente, acompañante siempre respetuoso de la dignidad femenina. Uno que no se sienta nunca inferior porque su compañera es admirada, porque sabe que él contribuye diariamente a que ella logre ese nivel de admiración. Uno que la admire, que la adore, que la trate con altura, que la estimule a vestir y actuar del modo que mejor resalte su hermosura para sentir mucho y legítimo orgullo por la hermosa dama que le acompaña, que la haga sentir más joven de alma cada día sin que ello tenga relación con su edad, que la corteje a diario, que la haga sentir que es su reina y no solamente su hembra. Uno que la respete siempre, que jamás le alce la voz, que nunca pretenda mandar como macho, que no quiera imponer algo específico (de cualquier índole, no sólo sexual) precisamente en el momento en que ella no desea hacerlo, que tolere sus pequeños o grandes caprichos tal como ella lo hace con los suyos, que soporte con altura sus malos momentos para ser siempre merecedor de disfrutar los buenos, que generalmente son muchos más. Uno que se preocupe y ocupe de sus cosas y viva pendiente de su pensar y su sentir, de las necesidades y requerimientos de su alma y de su mente aún más que las de su cuerpo físico.
En fin… toda mujer merece y necesita a su lado un hombre que como su compañero construya junto a ella una plena y verdadera felicidad compartida, un espacio común de tal calidad y potencial de arraigo, que ninguno de los dos conciba siquiera su vida fuera del mismo, y debe trabajar a diario para que su compañero alcance esa altura. ¡Pero igualmente, cada mujer debe luchar por ser merecedora de un hombre así a su lado, porque ese es un camino de doble vía, y todo hombre que se precie de serlo, debe vivir siendo ese compañero, y trabajar cada día para lograrlo!
Y en un día como el de hoy, siendo y sintiéndome MUY MUJER, como lo soy, no puedo dejar de estimular a todas las mujeres a que sigan creciendo y logren cada día nuevas y mayores metas y resultados, que defiendan sus espacios y compartan con sus compañeros los objetivos, los sueños, los caminos y los logros. Como tampoco puedo dejar de agradecer y honrar a todos los hombres que a lo largo del camino hacia el lugar que hoy ocupo, demostraron y demuestran a diario su hombría, su caballerosidad, su altura, comprometiéndose a fondo con un proyecto nacido del corazón de una mujer, pero que nos incluye a todas y a todos, mujeres y hombres, en un plano de absoluta igualdad y pleno compañerismo.
Y por supuesto, quiero pedir a cada pareja, a cada madre y padre, que transformemos el modo en que tradicionalmente hemos formado y educado a nuestros hijos, y en general a los jóvenes. Si queremos un país de caballeros como el ideal que aquí he propuesto, si queremos combatir y erradicar el ancestral machismo que todavía nos agobia y nos deshonra, debemos formar a esos hombres diferentes desde la cuna, en los hogares, las escuelas y las comunidades, por múltiples vías, pero sobre todo, por la vía del EJEMPLO, que en estos temas es la que mejor funciona. Y aquí cabe perfectamente, en este tema y contexto al que él dedica tanto de su tiempo y esfuerzo, citar a un caballero como nuestro Presidente Danilo Medina: ¡MANOS A LA OBRA!
¡Dios les bendiga eternamente a todas y todos!