Por Por el Doctor
José Pérez
Dicen que al coronel
Muammar Gaddafi le fascinaba hablar de revolución. Manifestaba él de cómo
“su” revolución iba a cambiar a Libia, aquella nación de más de seis millones
de habitantes, estratégicamente situada en la llamada región del Maghreb, en el
norte de África. El país es conocido desde los tiempos antiguos y posee
enormes reservas de hidrocarburos y otros valiosos recursos minerales. La
intención del coronel era transformar aquel país en una nación moderna,
desarrollada y civilizada.
Para decir la verdad, hubo
en Libia impresionantes avances económicos, especialmente entre ciertas
poderosas élites políticas y religiosas en el poder. A cierto punto Libia,
conjuntamente con Iraq fueron destinos donde miles de trabajadores del Asia
cercana y lejana, lo mismo que desde los países europeos, iban a trabajar para
ganarse su sustento, y el de sus familias. Esos llegaron a ser los dos países
con la mejor economía en toda el área del Medio Oriente.
Había algo, sin embargo, que
desentonaba, Ello era, que aquel país no era amigo de Israel, y por ende de los
Estados Unidos. En esta situación, era improbable que la tranquilidad y la
floreciente economía de los años 80’s y los 90’s pudiera subsistir; pues siendo
Israel la punta de lanza del imperialismo en la región, era suficiente para
ellos promover sus habituales diabluras, canalladas y tropelías, como lo hacen
en otras partes del mundo. Entonces vinieron las falsas acusaciones, las
intrigas y los sabotajes, mezclados con la envidia y la mezquindad; la bárbara
intención de arruinar a Libia y robarle las riquezas y destruir su bonanza.
Se ha comentado que algunos
hombres de progreso, con cierta visión revolucionaria, como Fidel Castro y Hugo
Chávez entre otros, aconsejaron y sugirieron a Gadafi que, valiéndose de la
gran influencia, su carisma y el liderazgo político que él tenía en su
país, tratara de empujarlo por el camino socialista, explicándole los
beneficios de darle más participación en ese proceso a la población, para que
impulsaran la economía, el nivel político, cultural y la condición educativa y
de salubridad de la entera nación.
Gadafi, aparentemente falló en
captar el mensaje. El hombre se olvidó de que una de las características
negativas del caudillismo es la falta de implementar e inculcar en los jóvenes
los ideales progresistas, aparentemente también olvidando que son esos jóvenes
los futuros dirigentes de las naciones. Son esas jóvenes generaciones a las que
hay que soltar, para que vuelen libres y se abran a las nuevas ideas y
encuentren soluciones a los problemas de la humanidad.
Primero, sin compromiso
alguno, entregó a los imperialistas las pocas armas nucleares que su país
poseía, por lo que, después de una visita de la despreciable figura de Tony
Blair a Trípoli, le posibilitaron un viaje a Bruselas en el año 2004, donde
incluso visitó las instalaciones de la tétrica NATO, proporcionándole grandes
banquetes y tratando de impresionar al gran hombre con hipócritas ceremonias y
calculadas engañosas intenciones.
Según Gadafi, era mejor no
ser ni “socialista”, ni “capitalista”. El pensaba que era mejor
fluctuar entre los dos campos. Olvidó Gadafi que la pequeña burguesía, esa
dañina tendencia oportunista dentro del movimiento revolucionario, ayuda
al imperialismo, y a los oligarcas burgueses internacionales, impidiendo
cualquier avance progresista y aniquilando cualquier movimiento de carácter
revolucionario. Esta errada posición política del “líder”, empujó a
la pobre Libia a donde la vemos hoy:
Mas de un millón de
personas muertas y millones tristemente peregrinando por el mundo. La
infraestructura del país totalmente destruida. Sus grandes reservas petroleras
atrajeron a los ventajistas europeos como buitres sobre un animal muerto; y se
dice que hasta los funestos hampones judíos han sacado enorme provecho de la
debacle que ellos mismos malignamente ingeniaron.
Hubo este señor, que llego
a ser presidente del país de Suramérica llamado Ecuador. El nombre era Rafael
Correa. A través de diez largos años se le oyó la boca, presentándose como
un hombre de avanzada, antiimperialista, y como el mesías que iba a resolver
los problemas de las empobrecidas masas populares de su país. Un individuo con
profundas convicciones religiosas, atrasado punto de vista en la que su esposa
también descollaba.
Se ha dicho que esa mujer
era tan religiosa que ni siquiera vivía en Ecuador, porque “no quería codearse
con esos indios que hedían” Ella prefería tener su residencia en Bélgica, ”donde
vive el blanco.” Rafael Correa no tocó el latifundismo, no tocó el
férreo y corrupto control militar sobre el país, hasta el cuello en el tráfico
internacional de las drogas; no logró ponerle las manos al dominio
bancario de la burguesía ecuatoriana; no universalizó el coverage de salud
en su país; no se atrevió a enfrentar a los poderosos grupos económicos de
aquel país, ubicado sobre la línea geográfica del Ecuador.
Correa, de manera
oportunista, les presentó una imagen a la juventud de su pais de que ya
“la revolución se había hecho”; que ya lo que el país necesitaba, se había
conseguido. Los dejó en el aire; en un profundo vacío. Una mañana, la
prensa informó que ya Correa había cumplido su misión; entregó el
“mando,” les dijo adiós a los ecuatorianos y emigró para Bélgica.
Se marchó a “a disfrutar la vida.”En relación a la empobrecida y atrasada
población ecuatoriana, ¡”A otro que se coma ese cajuil”!
Lo que está penosamente
tangible con esa fotografía, es lo mucho que el señor Correa habló; de
cómo fue convertido en un vehículo de la burguesía para engañar a las
gentes, matarles la esperanza y cerrarles o retardarles el camino hacia la
cambios sociales estructurales que aquél país necesitaba. Ya antes se ha
explicado como el “oficio” de hacer “revolución” no es “hablar de revolución”; es
enfrentarse a las fuerzas oligarcas y destruirles el nido a los capitalistas
burgueses pro imperialistas, aplastando sus deshonestas maneras, crímenes
mercantiles y su ruin explotación.
Los personajes de esta
calaña son preparados por los grupos poderosos; les preparan la verborrea y los
ponen a hablar de revolución. Los ignorantes caen en su telaraña, abriéndoles
las puertas de sus hogares. ”Desorientan a las masas populares” y les hacen
pensar que el reformismo y el populismo son corrientes progresistas. Muchas
personas ilusamente comienzan a verlos como “los salvadores” de la nación. Después
de lograr sus ruines intenciones, dejan a la humilde población en el matadero. Entonces
todo se evapora; todo explota como un globo lleno de agua;
las personas percatan de que en realidad nada ha cambiado, que todo fue una
encerrona. Ah, pero miren: la clase dominante que estaba en el poder todavía
controla todo. ¿Es esto la revolución? Se pregunta la población, rascándose la
cabeza.
Bajo el gobierno de Rafael
Correa, el clero ecuatoriano se acrecentó; se hizo más poderoso; le crecieron
los tentáculos; su influencia floreció; se hicieron más ricos esos
tétricos vampiros religiosos; se produjo la visita papal del 2015, malgastando
los recursos económicos con que se podían construir miles de viviendas y
escuelas. El influjo supersticioso de los obispos aumentó en esos diez largos
años. Nadie fue capaz, ni quiso controlar los negros pulpos que habitan en las
sombras de iglesias y catedrales.
El daño que provocan esos
oportunistas mentirosos es enorme; ellos le causan indecible sufrimiento al
pueblo, que en su atraso e inconciencia los sigue hacia un planificado callejón
sin salida. El movimiento revolucionario se atrofia. Ellos empujan las masas
hacia el rumbo equivocado. Esos oportunistas, siguiendo los mandatos de sus
patrones oligarcas, saben manejar los mecanismos para que las ciegas masas los
sigan; les matan la ilusión y los hacen caer en la trampa de la burguesía,
que es capaz de todo para mantener su dominio
Ellos se desbordan hablando
de revolución, pero de ante manos saben que no van a hacer revolución
alguna. Hacen un espejismo, para que los incautos, que son la mayoría, caigan
en la trampa. Les quitan la presión, la fuerza, el anhelo a las masas populares;
que se quedan en el aire, volando en un vacío de desesperanza, de oportunidades
desperdiciadas. Entonces los responsables, que tenían sus planes oportunistas, porque
hablaron embustes, se “retiran” de la vía principal, y se van a vivir
holgadamente, a comer tranquilos, con un aire de satisfacción por los “logros”
alcanzados.
Pero, ¿qué logros? Esos
“logros” están sólo en sus mentes. Cuando se hace el final análisis, se halla que nada
lograron. Las clases poderosas, el engranaje militar, el control religioso, el
latifundismo el analfabetismo, el racismo, la “supremacía del blanco”, la
salvaje explotación y la discriminación todo se presenta en la amarga realidad.
Entonces, ¿qué fue lo que hizo el tunante? ¿Por qué la
vanagloria? ¿Por qué la irónica sonrisa de satisfacción? Los pobres
están ahí. Ahí están los ricos. Mira los orondos curas violadores ahí
donde están. Ahí están los patrones, los todopoderosos; los que se creen
amos de todo, protegidos por sus cuerpos represivos.
La tarea de esos pícaros es
llevar al pueblo sufriente a creer que algo se está haciendo, mientras nada
substancial se hace. Y esto es criminal. Si hubiera uno de estos sinvergüenzas
que tuviera algún decoro y le dijera a la población: ”señores, yo solamente voy
a edificar algunas escuelas, voy a arreglar las calles y las
cloacas, voy a construir algún aeropuerto, pero no esperen cambios profundos. Yo
no me voy a buscar problemas con esa gente de la Clase Dominante”. No se pongan
a esperar. Escuchar algo así viniendo de esas alimañas sería como estar
soñando. Los reformistas y oportunistas les convienen a los ricos, no a los
pobres.
Miremos al señor José. Mujica
fue presidente de Uruguay entre los años 2010 y2015. En los años 70’s y
80’s el caballero fue encarcelado 13 veces, torturado, perseguido, herido con
seis balazos y maltratado por los gobiernos dictatoriales uruguayos
de aquellos amargos días. Al asumir el poder en el año 2010, uno se suponía que
el individuo iba a impulsar los necesarios cambios substanciales que
transformaran su país. Todo el mundo se quedó con las ganas de ver esos
cambios. Se quedaron esperando.
Uno se podría imaginar que
tal individuo, habiendo sido sometido en carne propia a todo este
tipo de vejámenes y conociendo por experiencias personales el tratamiento que el
“dulce capitalista” , aplica a sus enemigos políticos, va a coger
“conciencia revolucionaria” y dedicarse a la transformación social, política
y económica, particularmente en lo que tenga que ver con la tenencia de la
tierra, el dominio religioso sobre las masas humildes y desposeídas, el control
militar en mano de los latifundistas y oligarcas y la nacionalización de la
educación, para lograr que los jóvenes uruguayos pudieran educarse de una forma
progresista y científica, distanciándose de la ignorancia y las supersticiones.
Irónicamente, nada de esto
sucedió. Podría cualquiera preguntarse:¿Pero este no era aquel joven tupamaro
que pregonaba Libertad, Hasta la Victoria, Venceremos? Cinco años en la
presidencia del paupérrimo país y le faltó pantalones para oponerse a los
ladrones, los oligarcas, los esbirros explotadores y los murciélagos
eclesiásticos. Lo que no pudo faltar “en su administración” fueron varios
viajes al Vaticano, aquella obscura caverna que existe en Italia para
embellecer y suavizar las bellaquerías del imperialismo mundial.
Ahora, vamos a referirnos a
“Las Muchachas”.Dilma Rousseff, Cristina Fernández y Michele Bachelet. Pero…¿qué se
puede decir de la Dilmita? Que por ella estar de simplona, por no lograr
comprender como los pobres sufren la despiadada explotación, la
monstruosa corrupción y el despiadado dominio religioso de su país, después de haberse creído “revolucionaria” por
unos años, le regaló a Brasil a la galacha Temer; y con él, al
imperialismo.
Dilma fue torturada cuando
joven por los cavernícolas cuerpos represivos brasileños; estuvo en prisión más
de dos años por su actividad política. Es sorprendente como ella en
apariencia no pudo comprender las necesidades de su país, bajar a “saborear” de
cómo es que se cocina el concón, cuando se hace a ritmo de samba en aquella
población inundada por la pobreza, la corrupción, las creencias supersticiosas
más profundas y codearse con las masas populares.
Mas parecería que la
reaccionaria influencia de los mentores de la Dilmita en aquellos
años escolares tuvieron más fuerza que todas las bravosidades que ella hablaba,
y que cuando llegó el momento de hacer algo, ella decidió que era
mejor dejar a los poderosos brasileños tranquilos. No acercarse mucho a los
feroces perros que controlan la vida del país del carnaval; no jugar con la
arcaica, poderosa, arraigada y desastrosa influencia portuguesa de aquel país.
Por culpa de la Dilmita, y
su grupo de corruptos buenos para nada, ahí está el bandido Temer. Ahí está el
aumento del desempleo, ahí está la corrupción más atroz, ahí está el
aumento de la pobreza, el aumento de la represión, el aumento de los crímenes, el
aumento de la deforestación. Los oligarcas están riéndose solos, las compañías
imperialistas internacionales apropiándose del país con más encono, los
imperialistas haciendo su agosto. El producto de la Dilmita, Temer, con las
puertas de palancadas para que terminen de arrollar el país y engullírselo. La
población cayó en la angustia y la desesperación, al ver de qué manera
la nación se le entregó a los malignos sin luchar, protestar y sin pelear.
El caso de la Cristinita es
más patético. Esta se guareció a la sombra del social reformista esposo
que tampoco hizo algún cambio substancial por la pobre Argentina. Se mantuvo
disfrutando de la fastuosidad del palacio llamada “Casa Rosada” por dos largos
periodos presidenciales; no le puso un dedo al en tinglado económico, militar, latifundista,
oligarca de aquel país.” pasó sin saber que pasó”. El resultado de su
mandato, el señor Macri, uno de los dinosaurios políticos mas atrasados que ha
parido la pobre Suramérica.
La historia de la Michelita
de Chile es un poco diferente. Esta mujer no tiene una historia de haber sido
una “revolucionaria” como las otras dos. Michele Bachelet es la hija de aquel
General del ejército Chileno llamado Carlos Pratt, quien, no cumpliendo con sus
responsabilidades, permitió que asesinaran al presidente social reformista
Salvador Allende, por allá por el año 1972.El mismo Pratt fue asesinado un año
más tarde por la CIA y los tenebrosos cuerpos represivos que sostuvieron la
monstruosa dictadura del ruin Augusto Pinochet.
Se podría pensar que después
de perder su padre de esta indigna manera, la mujer va a tratar de promover algún
cambio en las estructuras corruptas y de férreo control militar que domina su
país, pero no, ni siquiera los funestos carabineros fueron tocados. Todo el
edificio de dominio de los reaccionarios militaristas religiosos chilenos, controlados
por los carteles comerciales internacionales. A través de dos períodos
presidenciales, nada fue cambiado, nada se hizo para tratar de liberar el país
de las garras imperialistas.
Ahora, no estamos aquí
tratando de hacer una lista de todos los sapos, engañifas y engañabobos que
pululan en el mundo. De ser así, entonces la lista podría ser interminable. Lo
que yo estoy tratando es de denunciar estos sujetos “del patio” que le han
hecho tanto daño a Latinoamérica, robándole la esperanza, ”suavizando el
dominio oligárquico, latifundista, religioso y militarista en la región. Esas
gentes les presentan una opción de “salida” a la población, pero después de ser
usados por la clase social dominante, pasan “sin pena ni gloria”.
Observen ustedes a ”los
liberadores” que han seguido las órdenes de la potencia que ahoga,
controla y ensangrentó a la Republica Dominicana por todos estos años Qué cambios
profundos han hecho? Hasta los campesinos que quieran ocupar las tierras que es
de ellos, porque ya no aguantan más miseria, ahora van directos a la cárcel. Este
para poner un sólo ejemplo.