Por el grado de
dignidad alcanzado por el ser humano, es elevado a dimensión tan alta que pasa
a ser merecedor de dones tan virtuosos que llega a la brillantez tan sublime de
merecer otras dimensiones que trascienden más allá del pensamiento y el saber
humano; para conocer los misterios del ser humano como hombre o mujer.
Se reconoce en cada
uno el don de ser padre, madre, hijo, hermano con derechos y deberes.
Todo hombre, en
cuanto tal, es digno de honor y respeto que merece cada persona (Ámense uno a
otros).
A partir del honor
fundamental, debido a toda persona hay una escala de distintos grados de “honorabilidad”
entre los hombres según la edad, los méritos, la representatividad social o los
vínculos familiares
.
Contra la honra del
prójimo y contra la justicia peca así mismo quien profiere ante los tribunales “falso
testimonio”, atribuyendo al acusado una falsa culpabilidad. También se deshonra
al prójimo con injuria.
La ética encierra
todos los derivados de la moral.
Como valores personal
para cada uno sin distinción, honra y lealtad hacen sublime a los seres
humanos.
Todos estamos
designados por naturaleza a ensanchar el campo del pensamiento, de la palabra,
de la imagen, de la información y de la publicidad, para hacer más grande el
amor fraterno.
Hasta el próximo
número.