Por el Dr. José Pérez
Si los vicios
aprehendidos, humanas debilidades o social tribulación
te estimulan la
violencia y consiguen que el instinto animal se te libere,
recurrir a la
crueldad con iluso poderío jamás traería solución,
y menos aún buscar
resolver la situación maltratando las mujeres.
Las flores que hoy se
abren son las mismas que una vez dieron aromas al viento,
e idénticas mariposas
igual que en aquellos tiempos se detienen a libarlas.
De igual manera que
antes el planeta se les brinda para que hallen sustento;
lo que haría falta es
volver al abrazo camarada que auxilie la Caminata.
Hasta las vastas
sabanas que aquellos días recorrieran como pareja valiente,
mutuamente
protegidos, figurando direcciones y agarrados de las manos;
impacientes y optimistas
esperan que el sol alegre aparezca y las caliente,
pues la existencia es
la misma que cuando se comenzara hace millones de años.
La aventura no ha
cambiado de cuando eran compañeros y que se necesitaban,
caminando largos días
de un punto para otro punto con ojos al horizonte,
confrontando
valerosos los abruptos precipicios y cavernas que espantaban,
luchando contra las
fieras y protegiéndose juntos sobreviviendo en el monte.
Tú no puedes ser
sin ella y ella sin tí es dudoso que lograra subsistir,
pues tú la
llevas en tí como ella te lleva en sí igual a un nudo irrompible;
como el agua de los
ríos necesita de las piedras para que la hagan reír,
y las tinieblas
nocturnas quiebran el amanecer para hacerse indivisibles.
Propósitos maliciosos incitan Hombre al machismo y a dividir la pareja;
y actitudes disonantes impulsan la necedad de comparar importancias,
y actitudes disonantes impulsan la necedad de comparar importancias,
pero quien da las
semillas con lo que se necesita para continuar es ella;
pues cuando queda
preñada es quien produce el relevo para seguir la Carrera.
La mujer sufre
dolores y el hombre se planta allí mientras que sólo la mira;
y cuando arriba la
cría es ella quien la amamanta para iniciarla en su vida;
camaradería sincera y
esfuerzo mancomunado es lo que se necesita,
no corrosivas
acciones que agredan la Sociedad y le produzcan heridas.
La jornada de la raza
humana no es solitaria; no es un negocio aislado;
y se camina mejor al
lado de un buen amigo para que ayude juicioso,
aunando todo el brío
para obtener el vigor de soportar el techado,
fabricando una
sombrilla que pare las tempestades en los días tormentosos.
El llamado a la
unidad es una sabia advertencia que debía ser escuchada.
Desigualdades de
género deben ser erradicadas de nuestras comunidades;
la mujer aguanta y
tolera pero los tantos tormentos la tienen desesperada;
Y levantarse en
protesta es mejor a que le impongan una vida de avatares.
La mujer es el
comienzo y allí está al final con las manos extendidas,
proveyendo en sus
abrazos caricias apetecidas que ella sola sabe dar;
obliteren la
violencia y los actos genocidas que la privan de la vida,
suprimiendo el más
preciado y espléndido tesoro que hay en la Sociedad.
Que se paren de
inmediato todos los feminicidios y crímenes pasionales,
pues la violencia de
género es un factor que promueve y provoca división;
asesinatos por celos,
por sospechas, desatinos y motivos pasionales,
dejan al final de
cuentas como los perjudicados niños, familia y Nación.
Son ellas quienes
suavizan, acarician y mantienen la unidad de la familia;
las que embellecen la
vida y las que plantan las flores con sutileza y dulzura;
el suprimir una de
ellas es como robarle un pétalo a una flor de la Filia;
es como dejar el
mundo sin trinos, sin melodías, sin alegría y donosura.
Ya frenen los
homicidios y abusos para impedirles manifestar su sentir;
pues tanta carnicería
está ahogando las calles y colmando la paciencia;
atajen el salvajismo
que aniquila las mujeres y deja el mundo sin lucir,
con cementerios
repletos de cadáveres llorando y clamando su inocencia.
Y esqueletos y
osamentas que gimen y que reclaman que quisieran regresar,
a disfrutar los
momentos que vivieron con sus hijos y sus madres y sus padres;
porque aún no había
llegado, ni tenía que haber llegado su momento de marchar,
y sus planes, sus
anhelos, sus sueños y sus promesas se quedaron en el aire.
Pero no consiguen más
que efectuar una triste danza que se prefiere ignorar,
una danza melancólica
que denuncia el atropello y que impide su presencia
en aquellos días
alegres que estaban con sus familias a la sombra del hogar,
previo a que esos
verdugos con puños, filos y balas les segaran la existencia.
Aún se pueden notar
los penosos cordurones que la crueldad les causó.
Y las marcas
asombrosas de las profundas heridas que les quitaron su vida
Y los cuellos
cercenados y los dedos machacados que tanto dolor les dió
Y los sangrantes
cabellos que un día lucieran hermosas para abajo y para arriba.
Ellas vivían tan
contentas con las lindas cabelleras que el viento alborotaba,
y caían en sus
espaldas como bonitas cascadas que satisfechas mostraron;
y hoy se ven
enrojecidas pues la sangre a borbotones se las dejó empapadas,
espectáculo
sangriento que hasta anegó las mortajas en las que las enterraron.
Todavía se oyen
lamentos desde las profundidades en que fueron sepultadas,
como pidiendo
clemencia y que las dejen volver a ver sus hijos creciendo;
pero no encuentran
respuestas ni justas explicaciones de una Sociedad insensata
que hipócrita las
ignora, sigue sorda y nada hace porque no sigan muriendo.
Y no las golpeen
tampoco con el indigno propósito de mantenerlas calladas,
que tienen mucha
razón cuando gritan y protestan por todas las canalladas
de que ellas son
objeto en las turbulentas vidas a que han sido empujadas.
No se silencian
verdades suprimiendo a quien las dice pues se hacen más probadas.
Machismo es
brutalidad con que el salvajismo oprime y rompe lazos fraternales,
resquiebra la Sociedad
robándole la mitad para mantenerla mustia impidiéndole crecer;
robando el espacio
ajeno, con un ficticio poder que se basa en humillar y niega oportunidades,
y es evidencia de
atraso y del nivel cultural con que el odio se derrama y salpica por doquier.
Con groserías las
humillan y hasta les caen a patadas porque ellas parecen débiles;
pero no son tan
endebles cuando paren los muchachos pasando esos sufrimientos,
lo que no hombre ha
logrado por más machos que se crean y se piensen muy viriles;
ya sean acomplejados,
brabucones, altaneros, aguajeros, jactanciosos o virulentos.
Como flores
complacientes cerca de un panal de abejas ahí están ellas radiantes,
dándole color al
mundo y haciéndolo cada día más provocante y atractivo;
para que vengan
intrusos que disfruten de su néctar seductor y erotizante,
que las sitúa
primordiales en el crucial obligado mecanismo natural reproductivo.
No se considera
extraño a quien ha estado presente con uno por tantos años;
al lado uno del otro
resistiendo con valor a través de inmensos cambios,
y todavía sigue
allí sin flaquear ni parpadear con el pasar de los tiempos,
a veces en la
vanguardia, sin rehusar continuar o quejarse del cansancio.
Como no hallan
soluciones para los Males Sociales quieren culparlas a ellas;
pero ellas se dan
enteras dedicadas a su familia, a veces hasta sumisivas,
aceptando por sus
hijos esos sórdidos ultrajes con que se les atropella;
qué más desearan
ellas que todo viviera en paz y les respeten sus vidas.
Ver sus hijos en la
escuela, creciendo con sus papás en placidez hogareña,
sin que tengan que
mirar la corrupción y miseria que arropan la Sociedad;
que trae como
consecuencia el sangriento torbellino que las envuelve a ellas,
que todos dicen
detestan pero sospechosamente no lo quieren terminar.
Trabajan sin descansar
y en pago les dan ofensas, bofetadas y pescozones;
no conformes con
maltratos todavía van más allá, se atreven a asesinarlas.
Toda una vida
sufriendo, con lágrimas contenidas esperando días mejores,
y en vez de alcanzar
sus sueños las obligan a vivir un infierno que no acaba.
La ruin Sociedad
Machista no quiere reconocer que es ella la responsable,
pues permite que el
negocio que promueve la violencia llene las casas de armas,
aunque sepa que los
brutos cuando se sienten armados se vuelven más despreciables,
crece su brutalidad, pierden
el control mental, se les ciega la razón y violencia se derrama.
Para encubrir sus
fracasos se las dan de superhombres y se creen la gran cosa,
pero no hallan la
manera de parar el odioso vicio del alcohol y de las drogas,
que hace que pierdan
la mente atacando las mujeres porque son observadoras,
cometiendo las
tragedias y las horrendas masacres que la Sociedad deplora.
Es por ello que se aúnan
voces en todo el Planeta para llamar a cordura;
y en el lado en que
se viva, Norte o Sur del Ecuador, el reclamo es con razón:
Ya paren salvajes
paren ensangrentando la vida y provocando amargura,
pues la bandera del
bruto jamás podrá dividir y destruir nuestra Civilización.