Por conocimiento de la razón se infiere que
la ausencia de algo o alguien se convierte en advenimiento, impaciencia,
soledad, amargura, llanto, sentimientos que con el trascurrir del tiempo se
convierte en tristeza creando un vacío existencial.
Para muchos se convierte en pérdida,
sufrimiento, dolor que no tiene calma ni tranquilidad para el pensamiento
provocando un desorden en el sistema nervioso, dislocándose todos los sistemas
y aparatos psicomotores que componen al armazón de las personas y demás seres
vivos.
El ausentismo se convierte en un fenómeno de
peligro, cuando el padre o la madre se alejan del seno familiar convirtiendo
ese espacio en un hogar destruido donde se pierde la armonía, la paz y la sana
convivencia para disfrutar de una felicidad de bienestar.
El médico que se espera para una consulta,
los pacientes se enferman mucho más que cuando llegaron a la clínica u hospital
por no saber a qué hora llegará.
Los que buscan algún servicio en un lugar
público o privado y no se le presta atención se retiran con una desolación,
porque nadie le escuchó ni prestó atención a su problema.
Las avecillas que se le llega el tiempo para
volar, si no llega la madre para ayudarle pueden caer del nido y pierde la
vida.
La ausencia se asume como un fracaso,
provocando desánimo, desilusión, para vivir, estudiar, trabajar para la
producción, desinterés hasta por la vida, creando un valle de lágrimas que
evitan llegar a la conformidad.
La muerte es un ausentismo eterno, porque el
que se va no retorna para consolar al que se queda.
Los pueblos dejados a su propia suerte
pasarán por penurias, sufrimientos, fracasos por llegar a verse limitados a
resolver sus asuntos socioeconómicos que por derechos inalienables les tocan,
pero la indiferencia de los de arriba los subyugan al mal pasar, sin esperanza
alguna.
El pollito pía la ausencia de la madre, los
niños requieren el calor y el cariño de los dos, padre y madre porque él es el
complemento de la familia.
Un hombre o mujer sin Dios, sufre y padece
pesarosamente no solamente por haberse ausentado de su creador, mientras se
vive en la fe todo se recibe en paz y alegría.
Toda presencia produce alegría, bienestar y
paz.
La ausencia crea tristeza, desolación,
sufrimiento y amargura.
Hasta el próximo número.