En Civilizaciones que
mantienen registros de miles de años, como la hindú, la China o la
Mesopotámica, existieron hombres que sobresalieron, por haber
sido ejemplares, tanto con sus hazañas personales, como en sus enseñanzas. Aquellos
individuos contaron con numerosos seguidores de su época, que los
perseguían hacia donde quiera que se movieran, como las abejas a su Colmena. Aprendices
llenos de admiración y respeto siguieron los pasos de los grandes Maestros, que
se desplazaban desde ciudades a ciudades y que descollaron en las
diversas artes y quehaceres, imprimiendo sus imborrables huellas para que el
humano las continuara. Los seguidores, llamados Discípulos, sintieron el reflejo
del calor emanado por la aureola de la Grandeza de esos ejemplares hombres, que
dedicaron sus vidas al Saber.
Muchos de los
Maestros dejaron pinturas, esculturas y escritos que el tiempo, por más que
tratara, nunca ha podido borrar o socavar. No pudo el tiempo borrarlos porque
el humano los adoptó como una presea para enseñarlos admiradamente a las
nuevas generaciones. Kong Fuzi, también conocido como Confucio en el Mundo
Occidental fue uno de esos hombres. No se conoce que escribiera Kong Fuzi
algún libro; pero su sabiduría, y su ejemplar manera de vivir fueron tan
sorprendentes que sus Dichos y Actos fueron compilados por sus discípulos
cientos de años después de su muerte, produciendo una de las obras más
profundas, sorprendentes y ejemplares que el humano haya visto. El libro donde
se compilaron los sabios consejos del Gran Hombre se llama Los Analectas.
Cuentan que una vez, pasando
el Sabio, acompañado por sus numerosos seguidores, entre el medio de un grupo
de personas, alguien le preguntó: “Maestro, ¿Hay alguna palabra que uno pueda
usar a través de todo el año?” Contestándole él: “Sí, “Reciprocidad”; Nunca
hagas a nadie lo que a ti no te gustaría que te hicieran”. Así
habló el filósofo, a quien además se conoce por ser un propulsor del Ideal
de que la Sociedad Humana, en sus relaciones persiguiera la palabra Virtud.
Cientos de discípulos
también orbitaron alrededor de fenomenales individuos como De Vinci y Mozart
que vinieron a ser más grandes que los tiempos en que ellos vivieron; siendo
admirados por las increíbles obras que aportaron a la Sociedad, para que las
poseyera como joyas imperecederas. Los discípulos de ambos propagaron al mundo
satisfecho sus gigantescos logros y contribuciones, los que han ejercido enorme
influencia en nuestra Civilización. Generalmente los discípulos prueban el néctar,
la esencia de las ideas de los Maestros, y entonces las pulen y las vuelcan
para que las siguientes generaciones tengan un mejor entendimiento de ellas.
Geniales personajes
como Robert Koch, Luis Pasteur o Carlos Darwin dieron tanto a la Sociedad
humana, que hoy incluso hay Escuelas que se dedican totalmente al estudio
de los tópicos en que ellos sobresalieron; y miles de discípulos en el mundo
entero trabajan activamente para desarrollar los Estudios de aquellos Sabios. La
palabra Discípulo, procede del latín Discipulus. El latín es una de las
llamadas Lenguas Muertas; se habló en el Imperio Romano. La Sociedad
humana rehusó continuar su uso, tratando de desligarse de aquellos
nefastos tiempos de más de un Milenio que sólo traía malas memorias, porque se
vivió con inquietud y barbarie, la vagancia habitaba, y el fuerte
reprimía, oprimía y suprimía al débil. Un discípulo entonces es, de acuerdo al
Diccionario Larouse “Alguien que cree y ayuda a comunicar la doctrina de otro. Estudiante,
aprendiz, seguidor, pupilo, acólito o adherente”.
En aquellos días se
podía apreciar la efervescencia política. Ello debía ser así para nuestra
generación; nosotros éramos los niños en los días que siguieron
la muerte del dictador Rafael Trujillo. Después de destutanar la macabra
Dictadura, la burguesía se vio compelida a hacer una caricatura de
apertura; pero aun siendo caricatura, nos dio lugar a los jovencitos a
respirar mejor que lo que habían respirado los jovencitos de las generaciones
que habían vivido bajo la larga y amarga época dictatorial. Así, en
nuestra politizada Sociedad Dominicana nosotros crecimos oyendo todas esas
palabras que en la Dictadura habían sido un crimen escuchar, como libertad,
progreso, reformismo, revolución, cívico, liberación, paleros, yanqui,
calieses, invasión, etc. Nuestra generación hizo su conciencia política en la
práctica; nosotros fuimos un puro producto de la Dominicanidad. Nosotros
prácticamente crecimos concientizados en comprender quiénes eran los amigos y
quiénes los enemigos del pueblo; porque vivimos la experiencia; crecimos
saboreándola.
Esta situación
sucedía en la totalidad de nuestro país; todos los niños creciendo, estudiando
y preparándonos para enfrentarnos a la Vida, y escuchando a los mayores
hablando de política, que era el tema diario. Uno de los errores que cometen
los reaccionarios es el pensar que pueden imponer una sola ideología a las
personas. Las personas no comemos eso. Por eso se nos llama Animales
Inteligentes .Lo que alima la Sociedad es la Lucha Ideológica; el adoptar la
tendencia política que cada quien piense que le conviene o que calza mejor a
sus zapatos. Mientras más lucha ideológica, mejor parada queda la Nación,
porque así se aclara el panorama político. Y al Final, la población escoge
lo mejor, lo más conveniente. La lucha ideológica es como el yunque donde se
machaca el diamante, para que brille y admire.
Probablemente no haya
habido un individuo en toda la historia de la República Dominicana que le
hiciera más daño a nuestro país en su lucha liberadora que Juan Bosch Gaviño. Nosotros
hemos tratado de encontrar un sujeto con quien equipararlo y ha sido difícil. Ese
odiado hombre Pedro Santana traicionó a Sánchez y los Trinitarios en la
portentosa experiencia de la Independencia Nacional. Había peleado no por un
ideal, sino por el sadístico placer racista de matar Haitianos, de asesinar al
Negro. Actuando con su mentalidad latifundista, cuando tuvo la oportunidad, les
clavó la daga a Duarte y sus compañeros, entregando la nueva nación a la
Monarquía española, haciendo caso omiso a los reclamos de libertad e
independencia, las que entonces tuvieron Santiago Rodríguez y Luperón que
restaurar a sangre y hierro.
Pero yo supongo que
si este sujeto Juan Bosch hubiera existido en los tiempos de la lucha
independentista, hubiera sido más difícil liberar el país de mano de los
invasores. No se conoce un elemento tan mentiroso, engañador, traicionero, inescrupuloso
y marrullero en toda la historia de nuestro país. El petulante traicionó a
los Cubanos, traicionó a los Expedicionarios, traicionó a Manolo,
traicionó a Caamaño, traicionó a Pena Gómez, traicionó al PRD; y
su odio por la población dominicana lo llevó a enliarse con el endeble
Joaquín Balaguer, a cuya sombra manejó para que el Imperio se apropiara
totalmente de nuestro país.
Fue un trabajo de
años, para enroscar el país, con su cabeza blanca, su aire marcial y su
apellido Nación. Cuando allá en El Mamey comenzaron a aparecer los
llamados “Círculos de Lectura”, muchos de los muchachos decidieron irse a
escuchar el canto de la Sirena, que presentaba su “Partido de la Liberación
Dominicana” y que según ellos daba un matiz correcto a la política de nuestro país,
enfrentando a los terratenientes, confiscando las tierras y dándoselas a los
campesinos para que la trabajaran, liberando al país y echando a los
Imperialistas. Jóvenes inquietos de nuestra comunidad como el Profesor “Árabe”
y Niningo Divanna, hermano de mi amado amigo César Divanna, se transformaron en
discípulos de los nuevos “Salvadores del país”, los liberadores. Mi amigo
Papiro hasta cerraba su sastrería temprano, porque venían los Discípulos a
reunirse allí; muchas veces dejando de cumplir con clientes que venían a
recoger sus pantalones.
Yo sí puedo
recordar que en esos tiempos, el Partido Comunista de la Republica Dominicana, mejor
conocido como Pacoredo, vivía insistiendo en que “Si Juan Bosch Gaviño no
hubiera existido, Balaguer y los Yanquis lo hubieran inventado”. Ellos conocían
las truchimanerías del truchimán y querían prevenir a los dominicanos, para que
se cuidaran de lo que se les venía encima. Ellos advertían a la nación de la
mentalidad fascista del traicionero profesional, que diciendo una cosa siempre
acababa por hacer la otra. La opaca luz que Peña Gómez diera a Juan Bosch
Gaviño, apagó la brillante luz del pobre Peña Gómez, que nunca pudo sacar
la cabeza a flote en el mundo político dominicano. Su maestro se
encargó de ello.
Ya se conoce que el
cuento del Golpe de Estado del ‘63 no fué más que una sucia maniobra entre
Bosch Gaviño, la Embajada Norteamericana y la Oligarquía criolla. Tomaron al
dominicano por tonto. El viejo traidor ya estaba enlistado con la CIA. Lo que
ocurrió en Abril del ‘65 fue más por exigir Democracia y
Constitución, que porque a la población le importara el bribón de la cabeza
blanca, un maestro en el arte de las componendas detrás de las cortinas y en el
arte de los manejos sucios, siempre traicionando la población. La combinación
Juan Bosch-Balaguer fue la alternativa dominicana para el Plan Cóndor en
Latinoamérica; asesinar líderes políticos, infiltrar y “enfriar” los Sindicatos
y partidos, y destruir la Tendencia Nacionalista dentro del PRD.
Algo que el traidor
Juan Bosch Gaviño, también conocido allá como “El ovejo”, no les
enseñó a sus discípulos, que son los que los Estados Unidos hoy tienen
gobernando a nuestro país, fue a no cometer el estúpido error de pensar
que los Estados Unidos son más poderosos que Venezuela. Están
enceguecidos porque, fieles a su Maestro, ellos no confían ni
creen en lo que puede hacer un pueblo unido, lleno de orgullo nacional,
resistente, aferrado a un Ideal, y dispuesto a defender su territorio con uña y
diente. Estados Unidos está aislado, decayendo y nunca podría igualarse a los
casi 8 billones de personas que vivimos en este planeta.
Ahora todo el mundo
piensa que puede robarles a los venezolanos, porque aparentan débiles ante la
embestida de la Burguesía Internacional. Error de tontos. Si la mayoría de la
población venezolana logra mantenerse unida, alerta, trabajando, denunciando, aferrados
a la Verdad; muchos de los ladrones que hoy les roban, quedarán con la cara
larga. Irán a la tumba avergonzados y desacreditados, como se fuera su maligno
Maestro Juan Bosch Gaviño a darle cuentas al diablo, por todos los crímenes que
cometió contra nuestro país.
A propósito, si se
observa el poder adquirido por los Latifundistas, los corruptos violadores
Obispos, los Banqueros, los Traficantes de drogas y armas, y los nefastos
Comerciantes; si se hiciera una visita a los cinturones de miseria que
circundan nuestras ciudades; si se viera el retorno de la Tuberculosis, conocida
también como la Enfermedad del Hambre en nuestra población, todo lo que ha sido
producto de sus discípulos, yo pienso que comparar a un Camaleón con Juan Bosch
Gaviño es hacerle un favor al “Caco Blanco”; porque el Camaleón se camuflagea
para hacer su vida natural, pero aquél bandido usó su mimetismo para
apagar impulsos, para vender anhelos, y para hundir nuestro país, como si
fuéramos lacayos.