sábado, 6 de abril de 2019

Los Discípulos de un Camaleón


Por el Doctor José Pérez 

En Civilizaciones que mantienen registros de miles de años, como la hindú, la China o la Mesopotámica,   existieron hombres que sobresalieron, por haber sido ejemplares, tanto con sus hazañas personales, como en sus enseñanzas. Aquellos individuos contaron con numerosos seguidores de su época, que los perseguían hacia donde quiera que se movieran, como las abejas a su Colmena. Aprendices llenos de admiración y respeto siguieron los pasos de los grandes Maestros, que se desplazaban desde ciudades a  ciudades y que descollaron en las diversas artes y quehaceres, imprimiendo sus imborrables huellas para que el humano las continuara. Los seguidores, llamados Discípulos, sintieron el reflejo del calor emanado por la aureola de la Grandeza de esos ejemplares hombres, que dedicaron sus vidas al Saber.

Muchos de los Maestros dejaron pinturas, esculturas y escritos que el tiempo, por más que tratara, nunca ha podido borrar o socavar. No pudo el tiempo borrarlos porque el humano los adoptó como una presea para enseñarlos admiradamente a las nuevas generaciones. Kong Fuzi, también conocido como Confucio en el Mundo Occidental fue uno de esos hombres. No se conoce que escribiera Kong Fuzi algún libro; pero su sabiduría, y su ejemplar manera de vivir fueron tan sorprendentes que sus Dichos y Actos fueron compilados por sus discípulos cientos de años después de su muerte, produciendo una de las obras más profundas, sorprendentes y ejemplares que el humano haya visto. El libro donde se compilaron los sabios consejos del Gran Hombre se llama Los Analectas.

Cuentan que una vez, pasando el Sabio, acompañado por sus numerosos seguidores, entre el medio de un grupo de personas, alguien le preguntó: “Maestro, ¿Hay alguna palabra que uno pueda usar a través de todo el año?” Contestándole él: “Sí, “Reciprocidad”; Nunca hagas a nadie lo que a ti no te gustaría que te hicieran”. Así habló el filósofo, a quien además se conoce por ser un propulsor del Ideal de que la Sociedad Humana, en sus relaciones persiguiera la palabra Virtud.

La Biblioteca de Alejandría fue un radiante panal de conocimientos, en cuyas escalinatas se alcanzaron a ver las figuras de famosos sabios griegos. Allí caminaron Galeno, Arquímedes y Euclides, perseguidos y rodeados por cientos de personas atraídas por su fama, su forma de comunicar conocimientos, su Inventiva, y su humildad. Muchos jóvenes continuaron propagando lo aprendido, y numerosos de ellos llegaron a ser grandes genios, reconocidos mundialmente. Se ha dicho que grandes maestros producen grandes discípulos. El humano siempre ha admirado el Estudio, la Sabiduría y la Enseñanza, tres básicos aspectos de la Sociedad que, junto al Trabajo,la catapultan hacia adelante.

Cientos de discípulos también orbitaron alrededor de fenomenales individuos como De Vinci y Mozart que vinieron a ser más grandes que los tiempos en que ellos vivieron; siendo admirados por las increíbles obras que aportaron a la Sociedad, para que las poseyera como joyas imperecederas. Los discípulos de ambos propagaron al mundo satisfecho sus gigantescos logros y contribuciones, los que han ejercido enorme influencia en nuestra Civilización. Generalmente los discípulos prueban el néctar, la esencia de las ideas de los Maestros, y entonces las pulen y las vuelcan para que las siguientes generaciones tengan un mejor entendimiento de ellas.

Geniales personajes como Robert Koch, Luis Pasteur o Carlos Darwin dieron tanto a la Sociedad humana, que hoy incluso hay Escuelas que se dedican  totalmente al estudio de los tópicos en que ellos sobresalieron; y miles de discípulos en el mundo entero trabajan activamente para desarrollar los Estudios de aquellos Sabios. La palabra Discípulo, procede del latín Discipulus. El latín es una de las llamadas Lenguas Muertas; se habló en el Imperio Romano. La Sociedad humana rehusó continuar su uso, tratando de desligarse de aquellos nefastos tiempos de más de un Milenio que sólo traía malas memorias, porque se vivió con inquietud y barbarie, la vagancia habitaba, y el fuerte reprimía, oprimía y suprimía al débil. Un discípulo entonces es, de acuerdo al Diccionario Larouse “Alguien que cree y ayuda a comunicar la doctrina de otro. Estudiante, aprendiz, seguidor, pupilo, acólito o adherente”.

En aquellos días se podía apreciar la efervescencia política. Ello debía ser así para nuestra generación;  nosotros éramos los niños en los días que siguieron la muerte del dictador Rafael Trujillo. Después de destutanar la macabra Dictadura, la burguesía se vio compelida a hacer una caricatura de apertura; pero aun siendo caricatura, nos dio lugar a los jovencitos a respirar mejor que lo que habían respirado los jovencitos de las generaciones que habían vivido bajo la larga y amarga época dictatorial. Así, en nuestra politizada Sociedad Dominicana nosotros crecimos oyendo todas esas palabras que en la Dictadura habían sido un crimen escuchar, como libertad, progreso, reformismo, revolución, cívico, liberación, paleros, yanqui, calieses, invasión, etc. Nuestra generación hizo su conciencia política en la práctica; nosotros fuimos un puro producto de la Dominicanidad. Nosotros prácticamente crecimos concientizados en comprender quiénes eran los amigos y quiénes los enemigos del pueblo; porque vivimos la experiencia; crecimos saboreándola.

Esta situación sucedía en la totalidad de nuestro país; todos los niños creciendo, estudiando y preparándonos para enfrentarnos a la Vida, y escuchando a los mayores hablando de política, que era el tema diario. Uno de los errores que cometen los reaccionarios es el pensar que pueden imponer una sola ideología a las personas. Las personas no comemos eso. Por eso se nos llama Animales Inteligentes .Lo que alima la Sociedad es la Lucha Ideológica; el adoptar la tendencia política que cada quien piense que le conviene o que calza mejor a sus zapatos. Mientras más lucha ideológica, mejor parada queda la Nación, porque así se aclara el panorama político. Y al Final, la población escoge lo mejor, lo más conveniente. La lucha ideológica es como el yunque donde se machaca el diamante, para que brille y admire.

Probablemente no haya habido un individuo en toda la historia de la República Dominicana que le hiciera más daño a nuestro país en su lucha liberadora que Juan Bosch Gaviño. Nosotros hemos tratado de encontrar un sujeto con quien equipararlo y ha sido difícil. Ese odiado hombre Pedro Santana traicionó a Sánchez y los Trinitarios en la portentosa experiencia de la Independencia Nacional. Había peleado no por un ideal, sino por el sadístico placer racista de matar Haitianos, de asesinar al Negro. Actuando con su mentalidad latifundista, cuando tuvo la oportunidad, les clavó la daga a Duarte y sus compañeros, entregando la nueva nación a la Monarquía española, haciendo caso omiso a los reclamos de libertad e independencia, las que entonces tuvieron Santiago Rodríguez y Luperón que restaurar a sangre y hierro.

Pero yo supongo que si este sujeto Juan Bosch hubiera existido en los tiempos de la lucha independentista, hubiera sido más difícil liberar el país de mano de los invasores. No se conoce un elemento tan mentiroso, engañador, traicionero, inescrupuloso y marrullero en toda la historia de nuestro país. El petulante traicionó a los Cubanos, traicionó a los Expedicionarios, traicionó a Manolo, traicionó a Caamaño, traicionó a Pena Gómez, traicionó al PRD; y su odio por la población dominicana lo llevó a enliarse con el endeble Joaquín Balaguer, a cuya sombra manejó para que el Imperio se apropiara totalmente de nuestro país.

Fue un trabajo de años, para enroscar el país, con su cabeza blanca, su aire marcial y su apellido Nación. Cuando allá en El Mamey comenzaron a aparecer los llamados “Círculos de Lectura”, muchos de los muchachos decidieron irse a escuchar el canto de la Sirena, que presentaba su “Partido de la Liberación Dominicana” y que según ellos daba un matiz correcto a la política de nuestro país, enfrentando a los terratenientes, confiscando las tierras y dándoselas a los campesinos para que la trabajaran, liberando al país y echando a los Imperialistas. Jóvenes inquietos de nuestra comunidad como el Profesor “Árabe” y Niningo Divanna, hermano de mi amado amigo César Divanna, se transformaron en discípulos de los nuevos “Salvadores del país”, los liberadores. Mi amigo Papiro hasta cerraba su sastrería temprano, porque venían los Discípulos a reunirse allí; muchas veces dejando de cumplir con clientes que venían a recoger sus pantalones.

Yo sí puedo recordar que en esos tiempos, el Partido Comunista de la Republica Dominicana, mejor conocido como Pacoredo, vivía insistiendo en que “Si Juan Bosch Gaviño no hubiera existido, Balaguer y los Yanquis lo hubieran inventado”. Ellos conocían las truchimanerías del truchimán y querían prevenir a los dominicanos, para que se cuidaran de lo que se les venía encima. Ellos advertían a la nación de la mentalidad fascista del traicionero profesional, que diciendo una cosa siempre acababa por hacer la otra. La opaca luz que Peña Gómez diera a Juan Bosch Gaviño, apagó la brillante luz del pobre Peña Gómez, que nunca pudo sacar la cabeza a flote en el mundo político dominicano. Su maestro se encargó de ello.

Ya se conoce que el cuento del Golpe de Estado del ‘63 no fué más que una sucia maniobra entre Bosch Gaviño, la Embajada Norteamericana y la Oligarquía criolla. Tomaron al dominicano por tonto. El viejo traidor ya estaba enlistado con la CIA. Lo que ocurrió en Abril del ‘65 fue más por exigir Democracia y Constitución, que porque a la población le importara el bribón de la cabeza blanca, un maestro en el arte de las componendas detrás de las cortinas y en el arte de los manejos sucios, siempre traicionando la población. La combinación Juan Bosch-Balaguer fue la alternativa dominicana para el Plan Cóndor en Latinoamérica; asesinar líderes políticos, infiltrar y “enfriar” los Sindicatos y partidos, y destruir la Tendencia Nacionalista dentro del PRD.

Algo que el traidor Juan Bosch Gaviño, también conocido allá como “El ovejo”, no les enseñó a sus discípulos, que son los que los Estados Unidos hoy tienen gobernando a nuestro país, fue a no cometer el estúpido error de pensar que los Estados Unidos son más poderosos que Venezuela. Están enceguecidos   porque, fieles a su Maestro, ellos no confían ni creen en lo que puede hacer un pueblo unido, lleno de orgullo nacional, resistente, aferrado a un Ideal, y dispuesto a defender su territorio con uña y diente. Estados Unidos está aislado, decayendo y nunca podría igualarse a los casi 8 billones de personas que vivimos en este planeta.

Ahora todo el mundo piensa que puede robarles a los venezolanos, porque aparentan débiles ante la embestida de la Burguesía Internacional. Error de tontos. Si la mayoría de la población venezolana logra mantenerse unida, alerta, trabajando, denunciando, aferrados a la Verdad; muchos de los ladrones que hoy les roban, quedarán con la cara larga. Irán a la tumba avergonzados y desacreditados, como se fuera su maligno Maestro Juan Bosch Gaviño a darle cuentas al diablo, por todos los crímenes que cometió contra nuestro país.

A propósito, si se observa el poder adquirido por los Latifundistas, los corruptos violadores Obispos, los Banqueros, los Traficantes de drogas y armas, y los nefastos Comerciantes; si se hiciera una visita a los cinturones de miseria que circundan nuestras ciudades; si se viera el retorno de la Tuberculosis, conocida también como la Enfermedad del Hambre en nuestra población, todo lo que ha sido producto de sus discípulos, yo pienso que comparar a un Camaleón con Juan Bosch Gaviño es hacerle un favor al “Caco Blanco”; porque el Camaleón se camuflagea para hacer su vida natural, pero aquél bandido usó su mimetismo para apagar impulsos, para vender anhelos, y para hundir nuestro país, como si fuéramos lacayos.