Siendo
todo en derredor tan esplendorosamente repleto de variedad y diversidad, es
interesante observar como las personas gustan de distintos pasatiempos; algo
que les ayude a disipar y a relajarse. Unos expenden horas mirando o escuchando
un buen juego de beisbol u otro deporte, otros gustan de la música, algunos
prefieren la pintura, escultura, crear hermosas notas musicales a un
instrumento, jugar una interesante partida de ajedrez; en fin, algo sano que
contribuya a aliviar el stress emocional de una vida que se torna cada día más
agobiante, imperativa y demandante.
Por
supuesto que no nos estamos refiriendo aquí a vicios o adicciones, o
inclinaciones humanas que provocan enfermedades físicas o mentales; ni a la
dedicación de largas horas mirando las perjudiciales telenovelas, que los que
controlan el sistema ponen como carnadas para que las gentes se olviden del
estudio y se mantengan adorando a los latifundistas y a los malhechores
religiosos; o disfrutar viendo gallos peleando, matándose a espuelazos; o mirando
cómo despiadadamente se mete un florete a un toro, mientras se ve como se
desploma muerto, el pobre animal ensangrentado. Esto para mencionar pocos
ejemplos.
Es
de notar que hasta desde que se es pequeño se puede observar como a cada quien
le gusta algo diferente; quizás es una inclinación natural. Cuando yo era
pequeño, allá habían muchachos que pasaban horas volando “chichiguas”,
otros jugaban “a la guerra” en los bosques; y cuando se hacía un charco en uno
de los dos ríos que circundan nuestro pueblo de El Mamey, el Unijica y el
Cordobín, los grupos de mozalbetes íbamos a nadar, para
disfrutar la frescura de aquellas aguas tropicales en la República
Dominicana, en nuestra querida quisqueyana isla.
Algo
que yo hice mucho cuando muchacho fue leer “Muñequitos”. Yo leí miles.” Muñequitos”
de héroes, vaqueros, historia, exploraciones, casos de la vida real, deportes, románticos,
de guerras, religiosos, cómicos, de naturaleza, geografía, mitología, etc. Yo
los leí todos en mi tiempo. En nuestro pueblo, en la provincia Puerto
Plata había muchos amantes de esos “Muñequitos”. Muchachos de mi tiempo, Luisito
Parra, Orlando y Janio Perez, José Corniel y su hermano Gerardo, eran
asiduos lectores, entre otros. Se producía allí un constante trueque entre
unos y otros lectores.
Además
de la lectura didáctica de los trabajos escolares, los “Muñequitos” fueron mis
primeros encuentros con la lectura. Mi mamá me compró el libro El
Enriquillo, obra del autor españolizante Manuel de Jesus Galván, cuando yo tenía
8 o 9 años. El Segundo libro que ella me compró en la Capital fue La Ilíada
y La Odisea del gran poeta griego Homero; las dos obras en un sólo tomo verde. Desde
que yo crecí sumamente ocupado haciendo diferentes oficios en mi casa, yo
alternaba la lectura con mis obligaciones escolares.
En
el tiempo en que ella fue mi maestra, la excelsa Señorita Silvia Mena, me
llamó la atención en varias ocasiones, porque ella decía que yo “podía
hacerlo mejor” Cuando yo comencé a hacerlo bien, entonces ella dijo: “José está cogiendo buenos
grados, pero está bajando de peso.” El don de enseñar mejor se enseña, cuando
los profesores se esmeran en lograr que los párvulos se esmeren. La Señorita
Silvia se ganó un imperecedero pedestal de oro, por haber dedicado su vida
entera a educar a tantas generaciones en nuestra región.
Fue
alrededor de este tiempo que yo empecé a leer las llamadas “novelitas de
vaqueros”. Yo llegué a poseer cientos. Algunas eran tan buenas que uno las
leía una y otra vez. Pero los “Muñequitos” nunca pararon en mis años jóvenes.
Cuando yo fui a hacer mi bachillerato en la ciudad de Mao, provincia
Valverde, yo me hice asiduo visitante de la Biblioteca Pública. Todas las
noches, cuando terminaba de estudiar y hacer la tarea, me bañaba, y mi paseo
nocturno era a la Biblioteca Pública. Los domingos en la mañana, al cine Elda. Ellos
presentaban algo llamado El Matinee. Mientras tanto yo compraba los
“Muñequitos” en la Librería Mao. El domingo en la tarde, a hacer la tarea y a
estudiar con mis compañeros de estudios.
Entonces
fue que yo tuve mi encuentro con Verne. Julio Verne es uno de mis
favoritos autores, y me gustaría aprovechar aquí para recomendarles a
todos los padres del mundo que les inculquen a sus hijos la lectura de sus
numerosas obras. A mi entender, las obras de Julio Verne, Robert Stevenson y
Daniel Defoe deben de ser lecturas mandatorias para las mentes jóvenes; además
de Esopo, Virgilio, Jorge Issac, Jose Marmol y Miguel de Cervantes Saavedra.
Durante
estos años yo leí los autores dominicanos, poetas y prosistas. La Biblia, el
libro que narra la historia religiosa del pueblo judío, con sus setenta y dos
libros y sus bonitas leyendas, mitos e historietas. Los autores suramericanos, las
hermosísimas y apasionantes novelas “María” ”Amalia”, ”La Vorágine”, etc.
Cuando
yo finalicé mis Estudios Secundarios, dediqué un año siendo Maestro
de séptimo grado en la escuela de Ranchete. Muchas veces yo iba y venía
caminando. Algunas veces yo leía mientras caminaba. Entonces yo comencé a
leer los clásicos, Eródoto, Platón, Aristóteles, Plutarco, Tucídides, Virgilio,
Cicerón, Séneca, Dante, Walter Scott, Stevenson, Defoe, Miguel de Cervantes,
Tirso de Molina, Lopez de Vega, Calderón de la Barca, etc.
Cuando
yo comencé mis Estudios Universitarios, enseguida me hice asiduo visitante
de la Biblioteca Universitaria; entonces yo me encontré con Víctor Hugo y
Alejandro Dumas. Las obras de Dumas tan numerosas y entretenidas que uno puede
leer y leer incansablemente. Yo las considero una excelente vía para alguien
que desee conocer las intrigas e hipocresía de la historia europea. De manera
ingenua, Dumas presenta la parte “bonita” de la corrupción de los corruptos.
Las
obras de Renato de Chateaubriand, tan llenas de pasión y de aquel triste
romanticismo que a veces hacen que las lágrimas broten de nuestros ojos, y
rueden por nuestras juveniles mejillas, en aquellos juveniles años, cuando todavía
el mundo nos sorprende con su exuberancia. Es imposible olvidar aquellas
hermosas obras. Estas lecturas yo las alterné con las obligaciones científicas
de mi carrera, que eran inmensamente exigentes, pero que mantienen a uno
totalmente entretenido, adentrándose en el mundo científico.
Aquellos
ardorosos y diligentes muchachos de mi grupo empezábamos estudiar por días y
días sólo tomando receso para comer y bañarnos. La responsabilidad y dedicación
era tanta que uno se olvidaba del tiempo y de vivir. Se estudia y practica
tanto en los laboratorios de la Universidad, que el conocimiento se le mete a
uno hasta en los huesos, y aunque pase el tiempo, toda aquella química,
anatomía, fisiología, parasitología, bioquímica, neuroanatomía, microbiología y
genética se mantienen dentro de uno, con la única diferencia de que hay
que mantenerse actualizándolas debido a los gigantescos avances
científicos y tecnológicos de los últimos años.
Cuando
yo me matriculé como estudiante de la UASD, mi amigo de El Mamey, que me
llevaba un año en aquella magnífica Casa de Estudios, y que sabía bien de mis
inclinaciones políticas, me “aconsejó”: “Chepe, lo único que le
voy a decir es que si usted se mete en una agrupación política estudiantil
allá en la Universidad, no se meta en el PACOREDO.” Mi amigo había
observado cómo en la Universidad existía todo el arcoíris político del país,
para que los jóvenes estudiantes escogieran y participaran de acuerdo a sus
simpatías, preferencias y nivel de preparación intelectual.
Ahora,
a mí me había sucedido un incidente cuando yo estaba en el quinto grado de
la Escuela Primaria. Por aquel tiempo la escuela “María de Toledo” llamada
así en honor a la esposa de Diego Colón, el Virrey que gobernó la
Isla de la Española entre los años 1509 y 1526. A esta mujer siempre se le ha
considerado como la primera “Doña” que pisó el Nuevo Mundo, por
ser ella sobrina del Duque De Alba. Pues la cobija de la escuela
se había desplomado y las distintas clases tuvieron que ser ubicadas
provisionalmente en distintos almacenes de nuestra localidad.
El
director de la escuela en aquel entonces era Ramón Emilio Ureña, mejor conocido
como “Cuqui Urena”. Muchas de las clases fueron retornadas al edificio de la
escuela cuando se hicieron los pertinentes reparaciones, pero nosotros en mi
clase vimos que pasaba el tiempo y nuestra clase no la trasladaban para el
local de la escuela. Nosotros formamos una comisión y caminamos desde
el almacén en la parte baja del pueblo hasta la escuela a hablar con las
autoridades escolares. Cuando le pedimos una explicación al director, él
contestó tajantemente “que no, que esa clase no se iba a trasladar”;
entonces yo intempestivamente y faltando el respeto, le pegué al director
en el abdomen.
Este
acto infantil e impulsivo me costó a mí una tremenda paliza por parte
de mi mamá, además de la suspensión de la escuela por dos semanas. Yo no
recuerdo haber tenido otra situación en la escuela, a menos que no fuera
“peleando en el Huerto” con los muchachos. El Huerto estaba en La Hoya ,detrás
de la escuela, y había que bajar “como chivos” por una ladera. Allí íbamos
todos los niños y jóvenes estudiantes durante el recreo, en aquellos hermosos y
tiernos años de la infancia, donde la vida se abre como capullo en flor, sin
forma alguna de conocer los avatares del futuro.
Pues
cuando yo renuncié a mi trabajo como maestro y me matriculé en la
Universidad, ese fue el “consejo” de mi amigo, quien me consideraba “un poco
impulsivo”. Mis años de bachillerato me ayudaron enormemente a formar mi
personalidad. A mí siempre me han gustado las matemáticas, tanto la
aritmética, álgebra, geometría, o la trigonometría. Esto me ayudó mucho
más a caminar en el mundo de las ciencias.
Hoy,
cuando yo tengo la oportunidad de dialogar con un joven, lo primero que le
aconsejo es que empuje más por el lado de las matemáticas. Las matemáticas
abren el cerebro y allanan el terreno para aprender filosofía, historia, sociología
y economía. No es entonces extraño ni sorprendente el encontrar que la gran
mayoría de los grandes filósofos también han sido buenos matemáticos.
Las
ciencias medicas se sustentan en informaciones matemáticas y cálculo, con base en
las ciencias exactas, física y química. Además, sin comprender matemáticas es
imposible aprender astronomía. La tecnología informativa de hoy tiene sus bases
en estudios matemáticos, donde el espacio y el tiempo, la velocidad y
aceleración, la energía y gravedad, todo está basado en los cálculos
matemáticos.
En
Mao, Valverde, yo participé conjuntamente con excelentes muchachos del
pueblo y comarcas aledañas en diversas actividades comunitarias. Estos
eran jóvenes de distintos grados en el Liceo que eran verdaderamente la “crema
y nata” de los buenos estudiantes. La mayoría eran muchachos pobres, tremendos
estudiantes de ejemplar comportamiento, ninguno tenía vicios, como jugar, fumar
o beber alcohol. Nosotros participábamos en diferentes actividades, como
censos, recogida de basura, cambiarle el nombre al barrio “Los Cambrones” por
“Barrio Enriquillo”, ayudando la comunidad en lo posible.
Aún
siendo tan jóvenes, esos muchachos tenían gran madurez y eran tremendos
estudiantes. Yo pienso que unos a otros nos empujamos para hacerlo bien en los
estudios, obteniendo buenos grados. Fuimos oficiales en elecciones, ayudamos en
tragedias y emergencias, además de ayudar a las autoridades escolares en las
diversas actividades extracurriculares del Liceo. Yo pienso que sería un honor
recordar aquí a Belarminio Ventura, Rene Peña, Oché Ventura, Abelito
Mejía, Héctor Rodríguez, Almánzar, Pedro Moronta, Evaristo Aridis y otros cuyos
nombres se me han escapado debido al “trabajo del tiempo”.
Algunos
de esos jóvenes viajaban diario desde Esperanza, Laguna Salada, Monción, Guayacanes
y otros lugares, aún así descollando en sus estudios. Yo imagino que la
mayoría de ellos hizo su familia orgullosa. Y probablemente nuestro país. Nosotros
comenzamos en el viejo Liceo Eugenio Deschamp, que estaba ubicado en Hatico, al
lado de la Rigola; y después nos trasladaron al recién construido Nuevo Liceo
Juan de Jesús Reyes Aranda, en el barrio de Sibila.
Para
el tiempo de mi llegada a la UASD, las organizaciones estudiantiles eran
numerosas y pintorescas, correspondiendo a las diversas corrientes políticas de
la época. Por aquel tiempo existía Fragua, Feflas, Fusd, JC, entre
otras. Alguien diciendo en una ocasión que “estas organizaciones eran el jardín
donde se producían los futuros líderes dominicanos”. Aquellas organizaciones
estudiantiles respondían al llamado histórico de las “grandes batallas ideológicas”
que tenían efecto a nivel mundial y que se reflejaban en nuestro país. A pocos
años de la Revolución de Abril, la Universidad era un verdadero “hervidero
de hormigas”
Desde
que yo llegué, observé el comportamiento, la forma de hablar, la
substancia, la lógica de lo hablado. La explicación de cómo los tradicionales
gobernantes dominicanos, habiendo tenido la oportunidad, nunca habían tratado
de resolver el problema de la pobreza, ni el problema de la terratenencia, ni
la gran grieta entre los ricos y los pobres del país. Problemas crónicos, como
el eléctrico, agua potable, desmonte o viviendas decentes para enfrentar los
huracanes.
Se
hablaba de cómo la isla de Quisqueya a pesar de estar geográficamente tan bien
situada, con un clima tan agradable todo el año; contando con tanto fértil
terreno, y con una raza mestiza con tan buena genética, había sido mantenida
por tan largo con la penuria, la falta de trabajo, llena de terrenos baldíos en
mano de gente que nunca ponían esas tierras a producir para darle beneficio al país;
sólo obteniendo provecho personal; sólo poseyendo el terreno por tenerlo, con
la complacencia de los gobernantes, sin importarles la condición de los
millones de pobres campesinos que no tenían tierra para producir alimentos para
el país.
Yo
inmediatamente me percaté de la madurez política de los muchachos de la
Juventud Comunista, el acierto de su plataforma política, la forma de enfocar y
analizar los problemas nacionales e internacionales; de todo lo que estaba
sucediendo y ha sucedido en nuestro país. Si se analizara hoy década por
década, uno se puede percatar de que eran ellos los que estaban correctos en
todo lo acontecido allá.
Uno
se podría preguntar ¿pero cómo ellos supieron todo esto? ¿Eran ellos
capaces de leer el futuro? No, era que ellos tenían una correcta dirección política
que representaba la corriente política más revolucionaria y pura de nuestro
país. Ellos eran los genuinos representantes, expositores y
seguidores del marxismo científico en nuestro país. El tiempo así lo ha
demostrado.
Ellos
establecieron y aclararon quienes eran los verdaderos amigos y enemigos del
país; cuales eran las Corrientes correctas e incorrectas. Sólo hay que mirar
los últimos 50 años y se encontrará que ellos estaban totalmente correctos
en sus análisis, y que por esto eran tan odiados y atacados por los poderosos,
los lúmpenes, los oportunistas, los terratenientes, los ignorantes y los
burgueses.
Ellos
representaban la Verdad, escribiendo de esa manera la historia del movimiento
revolucionario que persigue el establecimiento del socialismo y el comunismo, única
senda para la emancipación y en contra de la explotación del humano. Enseñaron
ellos que esas ideas no eran “sueños de soñadores”, sino una necesidad
económica y política en nuestro país y el mundo. Fueron ellos los que
levantaron y expusieron la verdad marxista de que sólo los obreros, aliados con
los campesinos son capaces de libertar el país, arrancándolo del dominio
imperialista.
La
situación tendría similitud con lo que se vive hoy en Venezuela, donde los
lúmpenes, terroristas, pequeños burgueses, oportunistas, agentes imperialistas
y “locos viejos” se unen a los oligarcas, latifundistas, y a los imperialistas
del continente para tratar de detener y destruir el proceso que se
está desarrollando en aquel hermano país sudamericano, al que aún
pregonando la convivencia pacífica con todos los pueblos del mundo, intereses
malignos quieren provocarles la guerra.
Latifundistas
y capitalistas tratando de mantener el dominio imperialista en nuestras
naciones. Siendo el imperialismo la última etapa del capitalismo, este
monstruo en decadencia actúa cada dia más violento y desesperado, mintiendo
descaradamente, amenazando y engañando a nivel mundial, cubriendo las
apariencias para proteger los explotadores de los países que
se están escapando de su diabólico control.
Recordando
aquellos días universitarios, siempre me sentiré orgulloso porque tuve la
oportunidad de alternar con los muchachos de la Juventud Comunista en la UASD. Estos
eran jóvenes honorables, maduros, inteligentes, sinceros, magnánimos.
Ellos eran “diferentes” Su comportamiento y la manera como hablaban para
exponer sus ideas. Ellos no desperdiciaban palabras. Solo hablaban lo necesario
y lo fundamental. Desmenuzaban cuestiones profundas de filosofía y economía, cosas
que ningunas de las otras organizaciones eran capaces de hacer.
Aquellos jóvenes
comunistas llamaban burgués al burgués y explotador al explotador y denunciaban
sus agentes, como una cuestión lógica y necesaria de la lucha
ideológica. Aquellos jóvenes luchadores, al tiempo que cumplían con sus
actividades de estudios universitarios, dedicaban y sacrificaban sus jóvenes
vidas a la lucha política para el bien de nuestra nación.
Mientras
otros se divertían y gozaban sus vidas jóvenes, estos muchachos tenían un
comportamiento serio, ocupados, sin caer en pequeñeces, sin delectar ni vagar. Jamás
cayendo en lo vulgar. Jóvenes comportándose como adultos, al tiempo que eran
amables, alegres y amistosos.
Algo
que me llena de satisfacción es comprender que todos aquellos miles de “Muñequitos”
que yo leyera en mis años jóvenes, probablemente ayudaron a abrir mi mente y a
comprender los necesarios cambios que se realizan en la sociedad humana, el
materialismo histórico y la dialéctica materialista. La lucha feroz entre
Idealismo y Materialismo. Además de hacerme un voraz adicto a la lectura, que
es mi favorito pasatiempo. Desde hace tiempo yo me impuse la tarea de
leer un mínimo de diez libros anualmente.
Cuando
usted tiene que esperar en una oficina, lea un libro; si hace línea en el
banco, lea un libro; si tiene que esperar en el supermercado, lea un libro; si
tiene que esperar para lavar la ropa aproveche y lea un libro. Y no hay algo más
agradable que estar en la playa leyendo un interesante libro, mientras se goza
de la acariciante brisa marina. Como se puede ver hay muchas situaciones en que
perdemos tiempo, mientras se podrían dedicar a la lectura.