viernes, 29 de junio de 2018

Favorito pasatiempo y el “Consejo del Amigo”


 Por el Doctor José Pérez

Siendo todo en derredor tan esplendorosamente repleto de variedad y diversidad, es interesante observar como las personas gustan de distintos pasatiempos; algo que les ayude a disipar y a relajarse. Unos expenden horas mirando o escuchando un buen juego de beisbol u otro deporte, otros gustan de la música, algunos prefieren la pintura, escultura, crear hermosas notas musicales a un instrumento, jugar una interesante partida de ajedrez; en fin, algo sano que contribuya a aliviar el stress emocional de una vida que se torna cada día más agobiante, imperativa y demandante.

Por supuesto que no nos estamos refiriendo aquí a vicios o adicciones, o inclinaciones humanas que provocan enfermedades físicas o mentales; ni a la dedicación de largas horas mirando las perjudiciales telenovelas, que los que controlan el sistema ponen como carnadas para que las gentes se olviden del estudio y se mantengan adorando a los latifundistas y a los malhechores religiosos; o disfrutar viendo gallos peleando, matándose a espuelazos; o mirando cómo despiadadamente se mete un florete a un toro, mientras se ve como se desploma muerto, el pobre animal ensangrentado. Esto para mencionar pocos ejemplos.

Es de notar que hasta desde que se es pequeño se puede observar como a cada quien le gusta algo diferente; quizás es una inclinación natural. Cuando yo era pequeño, allá habían muchachos que pasaban horas volando “chichiguas”, otros jugaban “a la guerra” en los bosques; y cuando se hacía un charco en uno de los dos ríos que circundan nuestro pueblo de El Mamey, el Unijica y el Cordobín, los grupos de mozalbetes íbamos a nadar, para disfrutar  la frescura de aquellas aguas tropicales en la República Dominicana, en nuestra querida quisqueyana isla.

Algo que yo hice mucho cuando muchacho fue leer “Muñequitos”. Yo leí miles.” Muñequitos” de héroes, vaqueros, historia, exploraciones, casos de la vida real, deportes, románticos, de guerras, religiosos, cómicos, de naturaleza, geografía, mitología, etc. Yo los leí todos en mi tiempo. En nuestro pueblo, en la provincia Puerto Plata había muchos amantes de esos “Muñequitos”. Muchachos de mi tiempo, Luisito Parra, Orlando y Janio Perez, José Corniel y su hermano Gerardo, eran asiduos lectores, entre otros. Se producía allí un constante trueque entre unos y otros lectores.


Además de la lectura didáctica de los trabajos escolares, los “Muñequitos” fueron mis primeros encuentros con la lectura. Mi mamá me compró el libro El Enriquillo, obra del autor españolizante Manuel de Jesus Galván, cuando yo tenía 8 o 9 años. El Segundo libro que ella me compró en la Capital fue La Ilíada y La Odisea del gran poeta griego Homero; las dos obras en un sólo tomo verde. Desde que yo crecí sumamente ocupado haciendo diferentes oficios en mi casa, yo alternaba la lectura con mis obligaciones escolares.

En el tiempo en que ella fue mi maestra, la excelsa Señorita Silvia Mena, me llamó la atención en varias ocasiones, porque ella decía que yo “podía hacerlo mejor” Cuando yo comencé a hacerlo bien, entonces ella dijo:         “José está cogiendo buenos grados, pero está bajando de peso.” El don de enseñar mejor se enseña, cuando los profesores se esmeran en lograr que los párvulos se esmeren. La Señorita Silvia se ganó un imperecedero pedestal de oro, por haber dedicado su vida entera a educar a tantas generaciones en nuestra región.

Fue alrededor de este tiempo que yo empecé a leer las llamadas “novelitas de vaqueros”. Yo llegué a poseer cientos. Algunas eran tan buenas que uno las leía una y otra vez. Pero los “Muñequitos” nunca pararon en mis años jóvenes. Cuando yo fui a hacer mi bachillerato en la ciudad de Mao, provincia Valverde, yo me hice asiduo visitante de la Biblioteca Pública. Todas las noches, cuando terminaba de estudiar y hacer la tarea, me bañaba, y mi paseo nocturno era a la Biblioteca Pública. Los domingos en la mañana, al cine Elda. Ellos presentaban algo llamado El Matinee. Mientras tanto yo compraba los “Muñequitos” en la Librería Mao. El domingo en la tarde, a hacer la tarea y a estudiar con mis compañeros de estudios.

Entonces fue que yo tuve mi encuentro con Verne. Julio Verne es uno de mis favoritos autores, y me gustaría aprovechar aquí para recomendarles a todos los padres del mundo que les inculquen a sus hijos la lectura de sus numerosas obras. A mi entender, las obras de Julio Verne, Robert Stevenson y Daniel Defoe deben de ser lecturas mandatorias para las mentes jóvenes; además de Esopo, Virgilio, Jorge Issac, Jose Marmol y Miguel de Cervantes Saavedra.

Durante estos años yo leí los autores dominicanos, poetas y prosistas. La Biblia, el libro que narra la historia religiosa del pueblo judío, con sus setenta y dos libros y sus bonitas leyendas, mitos e historietas. Los autores suramericanos, las hermosísimas y apasionantes novelas “María” ”Amalia”, ”La Vorágine”, etc.

Cuando yo finalicé mis Estudios Secundarios, dediqué un año siendo Maestro de séptimo grado en la escuela de Ranchete. Muchas veces yo iba y venía caminando. Algunas veces yo leía mientras caminaba. Entonces yo comencé a leer los clásicos, Eródoto, Platón, Aristóteles, Plutarco, Tucídides, Virgilio, Cicerón, Séneca, Dante, Walter Scott, Stevenson, Defoe, Miguel de Cervantes, Tirso de Molina, Lopez de Vega, Calderón de la Barca, etc.

Cuando yo comencé mis Estudios Universitarios, enseguida me hice asiduo visitante de la Biblioteca Universitaria; entonces yo me encontré con Víctor Hugo y Alejandro Dumas. Las obras de Dumas tan numerosas y entretenidas que uno puede leer y leer incansablemente. Yo las considero una excelente vía para alguien que desee conocer las intrigas e hipocresía de la historia europea. De manera ingenua, Dumas presenta la parte “bonita” de la corrupción de los corruptos.

Las obras de Renato de Chateaubriand, tan llenas de pasión y de aquel triste romanticismo que a veces hacen que las lágrimas broten de nuestros ojos, y rueden por nuestras juveniles mejillas, en aquellos juveniles años, cuando todavía el mundo nos sorprende con su exuberancia. Es imposible olvidar aquellas hermosas obras. Estas lecturas yo las alterné con las obligaciones científicas de mi carrera, que eran inmensamente exigentes, pero que mantienen a uno totalmente entretenido, adentrándose en el mundo científico.

Aquellos ardorosos y diligentes muchachos de mi grupo empezábamos estudiar por días y días sólo tomando receso para comer y bañarnos. La responsabilidad y dedicación era tanta que uno se olvidaba del tiempo y de vivir. Se estudia y practica tanto en los laboratorios de la Universidad, que el conocimiento se le mete a uno hasta en los huesos, y aunque pase el tiempo, toda aquella química, anatomía, fisiología, parasitología, bioquímica, neuroanatomía, microbiología y genética se mantienen dentro de uno, con la única diferencia de que hay que mantenerse actualizándolas  debido a los gigantescos avances científicos y tecnológicos de los últimos años.

Cuando yo me matriculé como estudiante de la UASD, mi amigo de El Mamey, que me llevaba un año en aquella magnífica Casa de Estudios, y que sabía bien de mis inclinaciones políticas, me “aconsejó”:  “Chepe, lo único que le voy a decir es que si usted se mete en una agrupación política estudiantil allá en la Universidad, no se meta en el PACOREDO.” Mi amigo había observado cómo en la Universidad existía todo el arcoíris político del país, para que los jóvenes estudiantes escogieran y participaran de acuerdo a sus simpatías, preferencias y nivel de preparación intelectual.

Ahora, a mí me había sucedido un incidente cuando yo estaba en el quinto grado de la Escuela Primaria. Por aquel tiempo la escuela “María de Toledo” llamada así en honor a la esposa de Diego Colón, el Virrey que gobernó la Isla de la Española entre los años 1509 y 1526. A esta mujer siempre se le ha considerado como la primera “Doña” que pisó el Nuevo Mundo, por ser   ella sobrina del Duque De Alba. Pues la cobija de la escuela se había desplomado y las distintas clases tuvieron que ser ubicadas provisionalmente en distintos almacenes de nuestra localidad.

El director de la escuela en aquel entonces era Ramón Emilio Ureña, mejor conocido como “Cuqui Urena”. Muchas de las clases fueron retornadas al edificio de la escuela cuando se hicieron los pertinentes reparaciones, pero nosotros en mi clase vimos que pasaba el tiempo y nuestra clase no la trasladaban para el local de la escuela. Nosotros formamos una comisión  y caminamos desde el almacén en la parte baja del pueblo hasta la escuela a hablar con las autoridades escolares. Cuando le pedimos una explicación al director, él contestó tajantemente “que no, que esa clase no se iba a trasladar”; entonces yo intempestivamente y faltando el respeto, le pegué al director en el abdomen.

Este acto infantil e impulsivo me costó a mí una tremenda paliza por parte de mi mamá, además de la suspensión de la escuela por dos semanas. Yo no recuerdo haber tenido otra situación en la escuela, a menos que no fuera “peleando en el Huerto” con los muchachos. El Huerto estaba en La Hoya ,detrás de la escuela, y había que bajar “como chivos” por una ladera. Allí íbamos todos los niños y jóvenes estudiantes durante el recreo, en aquellos hermosos y tiernos años de la infancia, donde la vida se abre como capullo en flor, sin forma alguna de conocer los avatares del futuro.

Pues cuando yo renuncié a mi trabajo como maestro y me matriculé en la Universidad, ese fue el “consejo” de mi amigo, quien me consideraba “un poco impulsivo”. Mis años de bachillerato me ayudaron enormemente a formar mi personalidad. A mí siempre me han gustado las matemáticas, tanto la aritmética, álgebra, geometría, o la trigonometría. Esto me ayudó mucho más a caminar en el mundo de las ciencias.

Hoy, cuando yo tengo la oportunidad de dialogar con un joven, lo primero que le aconsejo es que empuje más por el lado de las matemáticas. Las matemáticas abren el cerebro y allanan el terreno para aprender filosofía, historia, sociología y economía. No es entonces extraño ni sorprendente el encontrar que la gran mayoría de los grandes filósofos también han sido buenos matemáticos.

Las ciencias medicas se sustentan en informaciones matemáticas y cálculo, con base en las ciencias exactas, física y química. Además, sin comprender matemáticas es imposible aprender astronomía. La tecnología informativa de hoy tiene sus bases en estudios matemáticos, donde el espacio y el tiempo, la velocidad y aceleración, la energía y gravedad, todo está basado en los cálculos matemáticos.

En Mao, Valverde, yo participé conjuntamente con excelentes muchachos del pueblo y comarcas aledañas  en diversas actividades comunitarias. Estos eran jóvenes de distintos grados en el Liceo que eran verdaderamente la “crema y nata” de los buenos estudiantes. La mayoría eran muchachos pobres, tremendos estudiantes de ejemplar comportamiento, ninguno tenía vicios, como jugar, fumar o beber alcohol. Nosotros participábamos en diferentes actividades, como censos, recogida de basura, cambiarle el nombre al barrio “Los Cambrones” por “Barrio Enriquillo”, ayudando la comunidad en lo posible.

Aún siendo tan jóvenes, esos muchachos tenían gran madurez y eran tremendos estudiantes. Yo pienso que unos a otros nos empujamos para hacerlo bien en los estudios, obteniendo buenos grados. Fuimos oficiales en elecciones, ayudamos en tragedias y emergencias, además de ayudar a las autoridades escolares en las diversas actividades extracurriculares del Liceo. Yo pienso que sería un honor recordar aquí a Belarminio Ventura, Rene Peña, Oché Ventura, Abelito Mejía, Héctor Rodríguez, Almánzar, Pedro Moronta, Evaristo Aridis y otros cuyos nombres se me han escapado debido al “trabajo del tiempo”.

Algunos de esos jóvenes viajaban diario desde Esperanza, Laguna Salada, Monción, Guayacanes y otros lugares, aún así descollando en sus estudios. Yo imagino que la mayoría de ellos hizo su familia orgullosa. Y probablemente nuestro país. Nosotros comenzamos en el viejo Liceo Eugenio Deschamp, que estaba ubicado en Hatico, al lado de la Rigola; y después nos trasladaron al recién construido Nuevo Liceo Juan de Jesús Reyes Aranda, en el barrio de Sibila.

Para el tiempo de mi llegada a la UASD, las organizaciones estudiantiles eran numerosas y pintorescas, correspondiendo a las diversas corrientes políticas de la época. Por aquel tiempo  existía Fragua, Feflas, Fusd, JC, entre otras. Alguien diciendo en una ocasión que “estas organizaciones eran el jardín donde se producían los futuros líderes dominicanos”. Aquellas organizaciones estudiantiles respondían al llamado histórico de las “grandes batallas ideológicas” que tenían efecto a nivel mundial y que se reflejaban en nuestro país. A pocos años de la Revolución de Abril, la Universidad era un verdadero  “hervidero de hormigas”

Desde que yo llegué, observé el comportamiento, la forma de hablar, la substancia, la lógica de lo hablado. La explicación de cómo los tradicionales gobernantes dominicanos, habiendo tenido la oportunidad, nunca habían tratado de resolver el problema de la pobreza, ni el problema de la terratenencia, ni la gran grieta entre los ricos y los pobres del país. Problemas crónicos, como el eléctrico, agua potable, desmonte o viviendas decentes para enfrentar los huracanes.

Se hablaba de cómo la isla de Quisqueya a pesar de estar geográficamente tan bien situada, con un clima tan agradable todo el año; contando con tanto fértil terreno, y con una raza mestiza con tan buena genética, había sido mantenida por tan largo con la penuria, la falta de trabajo, llena de terrenos baldíos en mano de gente que nunca ponían esas tierras a producir para darle beneficio al país; sólo obteniendo provecho personal; sólo poseyendo el terreno por tenerlo, con la complacencia de los gobernantes, sin importarles la condición de los millones de pobres campesinos que no tenían tierra para producir alimentos para el país.

Yo inmediatamente me percaté de la madurez política de los muchachos de la Juventud Comunista, el acierto de su plataforma política, la forma de enfocar y analizar los problemas nacionales e internacionales; de todo lo que estaba sucediendo y ha sucedido en nuestro país. Si se analizara hoy década por década, uno se puede percatar de que eran ellos los que estaban correctos en todo lo acontecido allá.

Uno se podría preguntar ¿pero cómo ellos supieron todo esto? ¿Eran ellos capaces de leer el futuro? No, era que ellos tenían una correcta dirección política que representaba la corriente política más revolucionaria y pura de nuestro país. Ellos eran los genuinos representantes,  expositores y seguidores del marxismo científico en nuestro país. El tiempo así lo ha demostrado.

Ellos establecieron y aclararon quienes eran los verdaderos amigos y enemigos del país; cuales eran las Corrientes correctas e incorrectas. Sólo hay que mirar los últimos 50 años y se encontrará que ellos estaban totalmente correctos en sus análisis, y que por esto eran tan odiados y atacados por los poderosos, los lúmpenes, los oportunistas, los terratenientes, los ignorantes y los burgueses.

Ellos representaban la Verdad, escribiendo de esa manera la historia del movimiento revolucionario que persigue el establecimiento del socialismo y el comunismo, única senda para la emancipación y en contra de la explotación del humano. Enseñaron ellos que esas ideas no eran “sueños de soñadores”, sino una necesidad económica y política en nuestro país y el mundo. Fueron ellos los que levantaron y expusieron la verdad marxista de que sólo los obreros, aliados con los campesinos son capaces de libertar el país, arrancándolo del dominio imperialista.

La situación tendría similitud con lo que se vive hoy en Venezuela, donde los lúmpenes, terroristas, pequeños burgueses, oportunistas, agentes imperialistas y “locos viejos” se unen a los oligarcas, latifundistas, y a los imperialistas del continente para tratar de detener y destruir el proceso que se está desarrollando en aquel hermano país sudamericano, al que aún pregonando la convivencia pacífica con todos los pueblos del mundo, intereses malignos quieren provocarles la guerra.

Latifundistas y capitalistas tratando de mantener el dominio imperialista en nuestras naciones. Siendo el imperialismo la última etapa del capitalismo, este monstruo en decadencia actúa cada dia más violento y desesperado, mintiendo descaradamente, amenazando y engañando a nivel mundial, cubriendo las apariencias para proteger los explotadores de los países que se  están escapando de su diabólico control.

Recordando aquellos días universitarios, siempre me sentiré orgulloso porque tuve la oportunidad de alternar con los muchachos de la Juventud Comunista en la UASD. Estos eran  jóvenes honorables, maduros, inteligentes, sinceros, magnánimos. Ellos eran “diferentes” Su comportamiento y la manera como hablaban para exponer sus ideas. Ellos no desperdiciaban palabras. Solo hablaban lo necesario y lo fundamental. Desmenuzaban cuestiones profundas de filosofía y economía, cosas que ningunas de las otras organizaciones eran capaces de hacer.

Aquellos  jóvenes comunistas llamaban burgués al burgués y explotador al explotador y denunciaban sus agentes, como una cuestión  lógica y necesaria de la lucha ideológica. Aquellos jóvenes luchadores, al tiempo que cumplían con sus actividades de estudios universitarios, dedicaban y sacrificaban sus jóvenes vidas a la lucha política para el bien de nuestra nación.

Mientras otros se divertían y gozaban sus vidas jóvenes, estos muchachos tenían un comportamiento serio, ocupados, sin caer en pequeñeces, sin delectar ni vagar. Jamás cayendo en lo vulgar. Jóvenes comportándose como adultos, al tiempo que eran amables, alegres y amistosos.

Algo que me llena de satisfacción es comprender que todos aquellos miles de “Muñequitos” que yo leyera en mis años jóvenes, probablemente ayudaron a abrir mi mente y a comprender los necesarios cambios que se realizan en la sociedad humana, el materialismo histórico y la dialéctica materialista. La lucha feroz entre Idealismo y Materialismo. Además de hacerme un voraz adicto a la lectura, que es mi favorito pasatiempo. Desde hace tiempo yo me  impuse la tarea de leer un mínimo de diez libros anualmente.

Cuando usted tiene que esperar en una oficina, lea un libro; si hace línea en el banco, lea un libro; si tiene que esperar en el supermercado, lea un libro; si tiene que esperar para lavar la ropa aproveche y lea un libro. Y no hay algo más agradable que estar en la playa leyendo un interesante libro, mientras se goza de la acariciante brisa marina. Como se puede ver hay muchas situaciones en que perdemos tiempo, mientras se podrían dedicar a la lectura.