Recuerdo que
en el mes de julio El Mamey era visitado por una gran cantidad de estudiantes de casi
todos los pueblos de mi país con la finalidad de no perderse las fiestas que se celebraban en
honor a la Virgen del Carmen, en ellas se llevaban las
mejores orquestas nacionales y a la vez se divertían sus visitantes con todos los juegos que
presentaban un bello y sano espectáculo, donde no se veía el consumo de droga,
alcohol, tabaco y todo lo que pudiera dañar la imagen del pueblo.
Cada ciudadano era guardián de sus hijos y el orden era el lema.
El mes de julio fue muy famoso, en esa etapa de la vida porque esas fiestas se iniciaban en Vista Alegre de Navas, luego al día siguiente se trasladaban a los Arroyos de Navas, continuaban en Marmolejos, de ahí pasaban a El Mamey, luego a La Boca, Cañada Grande, La Caoba, Unijica, Villa Isabela y terminaban el 31 de julio en Los Conucos.
La última parada local era la de boca de Unijica donde se celebraba una misa con la asistencia del obispo para celebrar cientos de bautismos, allí también se celebraba la gran fiesta de gala.
De los choferes ni hablar, ese era su San Juan, recuerdo la guagua de mi papá que la gente pagaba 10 centavos de pasaje por subir a El Mamey y si querían ir y venir sin desmontarse se le cobraba 15 centavos. Eso era una inmensa fila, lindos y sanos tiempos, a las personas que no eran de la sociedad se le celebraban unas fiestas en los almacenes de Lucilo Ureña y de Aurelio Rojas (Yeyo).
Cada ciudadano era guardián de sus hijos y el orden era el lema.
El mes de julio fue muy famoso, en esa etapa de la vida porque esas fiestas se iniciaban en Vista Alegre de Navas, luego al día siguiente se trasladaban a los Arroyos de Navas, continuaban en Marmolejos, de ahí pasaban a El Mamey, luego a La Boca, Cañada Grande, La Caoba, Unijica, Villa Isabela y terminaban el 31 de julio en Los Conucos.
De los choferes ni hablar, ese era su San Juan, recuerdo la guagua de mi papá que la gente pagaba 10 centavos de pasaje por subir a El Mamey y si querían ir y venir sin desmontarse se le cobraba 15 centavos. Eso era una inmensa fila, lindos y sanos tiempos, a las personas que no eran de la sociedad se le celebraban unas fiestas en los almacenes de Lucilo Ureña y de Aurelio Rojas (Yeyo).
Se celebraban con gran entusiasmo una gran fiesta en el Club Luz del Porvenir y otra en el bar
de Cauro Francisco, donde se llevaban conjuntos típicos y se vestían las mejores
galas confeccionadas por los mejores sastres de esa época entre estos Vidal Madera y
otro señor que solo recuerdo como Pipí, quien tenía fama de incumplidor.
Todo eso ocurría cuando el río Cordobín vertía su hedor a puro demonio por la pulpa del café que era tirado especialmente por lo Señores Rojito Tupete, Abelardo García, José García y Lucilo Ureña, así como Don Apolinar Pérez (Polín) quienes eran los más contaminante.
Todo eso ocurría cuando el río Cordobín vertía su hedor a puro demonio por la pulpa del café que era tirado especialmente por lo Señores Rojito Tupete, Abelardo García, José García y Lucilo Ureña, así como Don Apolinar Pérez (Polín) quienes eran los más contaminante.
En los primeros años de mi vida mi pueblo El
Mamey poseía una planta eléctrica que funcionaba con gasoil y su poca calle
eran iluminada desde las 6 de la tarde a 9 de la noche. Esta funcionaba donde
está la mueblería de Sergio Caba y era atendida por el señor Rafael Esquea, también mi pueblo se caracterizó
por sus industrias tales como la de queso y de chocolate propiedad del
señor Rafael Esquea (Fello), se fabricaban chulo, torta de maíz y dulce de
leche en la casa de Olfelina Acosta de Rosario, del panecico de Lulo era famoso
en todo esos lugares aledaños.
Ese era el tiempo donde se veía circular más dinero en mi pueblo en el mes de julio y en diciembre durante la noche buena, pero el mes de julio se distinguía por la llegada de toda la clase alta de los pueblos aledaños.
Ese era el tiempo donde se veía circular más dinero en mi pueblo en el mes de julio y en diciembre durante la noche buena, pero el mes de julio se distinguía por la llegada de toda la clase alta de los pueblos aledaños.
No puedo terminar mi relato sin esta anécdota de Nao Acosta, un señor muy querido por el pueblo, ya con su poco conocimiento académico quería salir en todas las sociedades y pasando por la casa de su compadre Ismael González y como era de costumbre estrenar traje en esa fecha, dentro de un grupo de persona que se habían congregado en el correo de quien Ismael era el encargado y como él tenía un flú nuevo, le preguntó delante de todos:
¿Compadre Ismael usted tiene traje nuevo, pues usted va para la fiesta del Carmen?
!Pues allá nos vemos!
Jajajaja! .
Su deseo era que supieran que él también tenía traje nuevo...!