El mundo vive de las aventuras, sueños y deseos de obtener
mejor vida en dirección a lo económico, refugio y estabilidad emocional.
Siempre que se escucha al individuo expresarse se le arenga
con el término excelente; pero es loable preguntarse ¿Es capaz de ser una persona
íntegra en cuanto a la moralidad, lo espiritual, social y de conciencia pulcra?
Puede ser conocedor de las ciencias y cálculos matemáticos,
pero si la conciencia está corroída por el mal, todo lo que se supone ser bueno
es un ser destructor y perverso.
La excelencia se destaca en la persona culta bien formada
dentro de una buena familia que vela por el rendimiento y forma de actuar en la
sociedad. Del ser humano que lee, es participativo y sabe valorar a sus
semejantes lo nota la excelencia manifestada en el ser solidario en el dolor
ajeno y de poca calidad de vida. Por el mal trato a la ecología y el entorno
que nos circunda en la posteridad se cosecha destrucción y pesares.
Expresar públicamente por los medios y las redes de que se
es buena no trasciende la verdad, porque sólo se busca envilecer con imágenes
engañosas, tramposas y de malversación. Contrario a las personas humildes que
desde el silencio se identifican con el dolor ajeno y que no hagan cosas para
bien de la mayoría.
Excelente es la persona que aprende a buscar el bien para
todos, y no para sí mismo de modo egoísta y explotador.
Octubre, mes del Rosario en familia y comunidad.
Dios nos guarde y nos libre de tantos males que hoy nos prohíben
la felicidad personal, familiar y comunitaria.