La naturaleza aporta los elementos
necesarios para la supervivencia de todo ser vivo.
No existe un ser viviente que necesite
más de la naturaleza que el hombre. Sin embargo, nadie le produce más daño que
los humanos. Todo daño causado a ella amenaza nuestra existencia sobre el
planeta Tierra.
En el caso de la República
Dominicana, la realidad de maltrato a la naturaleza o al Medio Ambiente es
alarmante y preocupante en grado sumo. No existe una cultura de respeto y amor
al Medio Ambiente.
Resulta penoso observar la eliminación de los bosques de los sistemas montañosos. La actividad ganadera se ha encargado de sustituir árboles por pastos. Ya sabemos lo que ocurre con la capa vegetal de las montañas sin árboles cuando llueve.
La deforestación y extracción de
arena están provocando la desaparición de nuestros ríos y arroyos. Sumemos a
esto el tratamiento incorrecto que se da a la basura. Los desechos plásticos y
de vidrios son lanzados en las calles y plazas públicas sin ninguna
contemplación. En ríos, arroyos, lagunas y mares se puede observar la presencia
abrumadora de objetos plásticos. Ni hablar del lanzamiento de estiércol humano
y residuos industriales a ríos y mares.
Los ruidos y escándalos están a la
orden del día en nuestras calles y algunos lugares donde se consume alcohol. Es
bueno aclarar que los ruidos también producen contaminación ambiental.
Se hace necesaria y urgente la implementación de un sistema de concientización de nuestros ciudadanos en lo relativo a la preservación de nuestro medio ambiente. Se hace necesario que en nuestras escuelas y hogares se trate de manera sistemática y permanente el aspecto del Medio Ambiente.
Necesitamos leyes severas en contra
de aquellos que provocan daños a la naturaleza, y autoridades responsables, que
tengan el coraje suficiente para aplicar tales leyes.
En resumen, necesitamos un país
habitado por seres humanos con conciencia de respeto a la vida.
Que la razón y el buen sentido se
impongan a la mezquindad. Estamos a tiempo.