lunes, 11 de abril de 2016

Volteando la carita, y mirando para atrás

Por el Doctor José Pérez

 Podría darse el caso de que algunas personas piensen que el mundo empezó en el mismo momento en que ellos nacieron. Y a veces ellos se pasan toda la vida sin darse cuenta de que eso es incorrecto, que la vida ha existido en el planeta tierra por más de 900 millones de años, y que los humanos hemos existido por más de dos millones de años. Yo no estoy diciendo que no puede haber algunas gentes que sean indiferentes y despreocupadas por obtener conocimientos. Eso sería lo más lógico y natural.

           Pero muchas veces uno como que se pone sospechoso y hasta suele preguntarse: ¿Podría haber un plan de los individuos que controlan el sistema para mantener a la gente sin acceso al conocimiento, separadas del saber? ¿Podría haber personas tan injustas y malvadas que quieran mantener a la mayoría de la población del país boyando en la ignorancia, sin alcance a las nuevas tecnologías, a los avances científicos, a los hallazgos astronómicos, y aislados de las tremendas conexiones informáticas? Miren, les voy a contar un cuento, pero no se los voy a hacer muy largo, para que no se les haga tedioso:

         Hubo un tiempo cuando todo lo que había era de todos. Las comunidades vivían en unidad y hacían asambleas para tomar las importantes decisiones en los asentamientos humanos. Los jefes o cabezas los escogían de entre las personas honorables e incorruptibles del grupo o clan. Las decisiones se tomaban por votos, donde todos participaban y todos tenían la misma responsabilidad por el bienestar de todos. Esta etapa gloriosa y confortable de las comunidades humanas fue conocida como la época Primitiva Comunal. Yo se que a muchos les parecerá increíble si les digo que el humano vivió cientos de miles de años bajo ese sistema, y le trabajó perfectamente bien.

          Y no fue sino hasta que llegaron las tres grandes divisiones sociales del trabajo, la primera cuando el humano penosamente pasó de la vida nómada y agrícola y se dedicó a la crianza de animales y comenzaron a aparecer los primeros pueblos y aldeas; entonces vino la segunda división social del trabajo, donde muchos dejaron la agricultura y se dedicaron a vivir de los oficios. En la tercera división social del trabajo aparecieron los mercaderes y el comercio apareció y floreció. Cada una de estas divisiones sociales del trabajo le tomó miles de años a la sociedad humana; y la época esclavista hizo su entrada triunfal. Y el hombre se vio empujado a uno de los sistemas más atroces, el Sistema Esclavista, por medio del cual una persona poseía a otra persona.

              Imagínense que la gran mayoría de los que hoy llamamos ruinas y grandes monumentos y maravillas de la antigüedad están pintados de rojo por el color de la sangre de los esclavos que con dolorosos clamores y horrenda pena fueron los que las edificaron. Este sistema se caracterizó por la explotación del hombre por el hombre; y una persona era tratada como un utensilio, y era usado lo mismo que una vaca o un burro, cuando el amo la necesitaba la usaba o la mataba cuando ya no la quería. La única diferencia con los otros animales era que el humano podía hablar.

                Pero el sistema esclavista, aún cuando también se mantuvo por miles de años, era demasiado atroz e inhumano. Fue aquí que grandes imperios florecieron y parasitaron, tal como el Imperio Romano, tan estéril, rudo, seco, cruel y crudo; que hizo tan poco por el avance humano y destruyó tantas grandes civilizaciones. Ya en sus finales años, el Imperio Romano produjo el estado bizantino, una de las peores formas de gobierno religioso-militar que ha conocido la humanidad. Y aquí llegaron las cruzadas, nueve de ellas.  

                  Cuando se quiera hablar de pillaje, envidia, atrocidades y podredumbre, hay que mencionar las cruzadas.  Y cuando las urnas de los corruptos estados europeos estaban faltas de dinero, los gobernantes europeos se inventaban una cruzada para ir a asesinar, incendiar y destruir lo del otro. Y al mismo tiempo robarles todas las riquezas al más débil, trasladándolas a los pomposos palacios y a las grandes podridas catedrales europeas. Y el mismo cuento lo repitieron nueve veces.

                  Grandes hombres de guerra se hicieron poderosos con sus grupos de seguidores, y escogieron un nombre, no importaba el que fuera, que para el caso era lo mismo; ellos decidieron llamarse reyes, y como las gentes eran tan supersticiosas, ellos tuvieron la idea de formar los reinados con características religiosas, haciendo creer a las gentes que ellos estaban comandados por deidades y dándoselas de divinidades. Y esto, sumado al terror, las persecuciones y las torturas, implantaron la idea en los pobres habitantes del planeta tierra. Y todavía hoy la aristocracias pululan en muchos lugares, formando una élite de parásitos, controlando la banca internacional y explotando la mayoría de los países pobres, mientras ellos viven gordos y colorados, satisfechos y orgullosos de vivir arriba, en la élite rimbombante.

                    Y se apropiaron de los terrenos, haciendo creer por la fuerza que esos terrenos les pertenecían, y así nació el Sistema Feudal o feudalismo, vestigios del cual todavía existen hoy en muchos de nuestros países y que los gobiernos tratan de mantener, para sostener  en el poder a la clase social que frena el avance de la humanidad, a través del dominio de los medios de producción y el control económico, social y político. Así como en la esclavitud hubo esclavistas y esclavos, en el feudalismo hubo señores feudales y siervos, donde la gente trabajaba en la tierra, pero tenía que pagarle la gleba al señor feudal por su uso y por vivir en el lugar. Con el desgajamiento de esa sociedad explotadora y gracias a innúmeras insurrecciones a través de cientos de años, los artesanos de los pueblos y muchos campesinos unidos lograron salir de ese sistema, de ese período conocido como Edad de las Tinieblas o Edad Media, dominado por la monstruosidad religiosa y por las supersticiones y extremas creencias inimaginables.

                  Ya aquí hizo su entrada la Inquisición. Oh la Inquisición, la Inquisición! ; qué manera de retardar el avance, el saber y el aprender. El crimen arropado, tomando ventaja del atraso cultural de la humanidad. La inquisición tuvo un carácter universal. No hubo un país, una región o una nación que no sufriera las persecuciones, ni el uso de las piras o hogueras sólo porque uno dijera que las hojas de los árboles eran verdes, o que el sol era el que le daba la energía a nuestro planeta. El gran Galileo conoció las caricias maravillosas de la inquisición, cuando en el día 8 de Enero del año 1642, su cuerpo fue convertido en carbón por la bondad de los curas, obispos y cardenales que como una plaga asolaron a Europa, tratando de atajar el paso de la civilización humana y mantener a las monarquías en el poder a como diera lugar, e imponiendo las creencias religiosas atroche y moche y con hacha y cuchillo.

                   Precisamente en esa obscura etapa de la sociedad humana fue que llegaron los crueles europeos a las playas de nuestro continente y fueron esas ideas atrasadas que causaron el holocausto de nuestros primitivos pobladores, llamados indios en general, pero con sus propios nombres y viviendo felices en sus propias civilizaciones. Todos ellos conocieron la crueldad endulzada, con palabras floridas de los inhumanos vestidos de humanos.

                  Y aún sabiendo que ya la humanidad había sufrido la esclavitud de las personas por tanto tiempo y no le había trabajado, ellos pusieron sus enormes ganancias económicas y deseo de controlar a como diera lugar; y empezaron a traficar con esclavos, comenzando alrededor de 1503. De veinte a treinta millones dicen algunos investigadores,(otros han hablado de números mas altos),cruzaron las tiburones infestadas aguas del Atlántico en una de las historias mas tristes e indecentes. Arrancados de su tierra contra su voluntad, con el látigo en la espalda y la cruz frente a sus ojos; para que los propietarios de plantaciones, minas, ingenios, latifundios y haciendas se hicieran más ricos. Tratados con infamia, objeto de violaciones, torturas y sufrimientos indecibles. Muchos esclavos, la mayoría jóvenes humanos, terminaron en las profundidades del Atlántico, demostrándose lo fútil del daño y lo demoníaco y barbárico del acto. Pero esto les pareció muy bien a los maleantes ingleses, holandeses, portugueses, españoles y otros demonios que obtuvieron tremendas ganancias con ese tráfico desalmado y atroz.

                   Hoy día cuando usted admira muchas de las ciudades europeas y grandes ciudades de nuestro propio continente y usted dice: “Ay, pero qué ciudad mas linda!”No se olvide que en su trasfondo ellas llevan  los latigazos y gritos de dolor de los esclavos. 

                    Entonces la burguesía apareció y el Sistema Capitalista emergió de las cenizas del sistema feudal, siendo su característica principal el libre comercio, y la Inglaterra comenzó a colonizar naciones y a cometer las mismas atrocidades, aunque de una manera un poco más refinada. Los capitalistas comenzaron a redividirse el mundo y a provocar guerras, como la primera y segunda guerras mundiales, para apropiarse de territorios y robar riquezas, y aquí hizo su entrada el señor Imperialismo, esa última etapa del capitalismo donde desde un banco se controla la vida política, religiosa, militar, y económica de cualquier nación.

                     Ay, caramba! Vamos a voltear la cara por un momento y miremos sucintamente a esos eventos importantes de nuestra historia humana, hechos que hoy, en el siglo veintiuno debían ser del común conocimiento y las gentes debían saberlos de pe a pa, y no ignorarlos y verlos como si ellos hubieran sucedido en otro planeta o en una sociedad diferente a la del humano. Porque… créanme, la época de “a mi no me importa”, ya se fue. Todos estamos obligados a saber que debido a esos hechos, nosotros los humanos somos como somos y somos lo que somos; y estamos donde estamos y estamos como estamos.