Diariamente los niños llegan con moretones, marcas de correazos y hasta heridas
propinadas por los padres y además algunas malas palabras que vuelcan
graciosamente sobre la anatomía moral de compañeros y maestros. Cuando son
llamados a la atención por el docente, lo normal es que se resista a obedecer y
si por disciplina o por hacer valer las reglas y normas del centro se somete,
entonces, no faltará la advertencia de que en su casa le informaron que no dejara
que le violaran sus derechos, al día siguiente aparecen dos señores con caras
de pocos amigos reclamando el cumplimiento de la ley 136- 03, aparte de que en
el asiento de atrás del auto, hay un par se asesores que en ocasión de haber
sido maestros o qué se yo que otra cosa, exigen que a su nieto no se le
maltrate en la escuela y sobre todo por un maestro incompetente que no sabe con
el esfuerzo que se está criando ese angelito.
Si la dirección del centro o el
departamento de orientación les señalan que a parte de las malas palabras y la
indisciplina su hijo les roba la merienda y daña los juguetes a sus compañeros
y les muestra los genitales cuando estos le reclaman respeto. Lo mas posible es
que los padres digan que es mentira porque su hijo no tiene necesidad de eso y
es más, "lo podemos llevar a cualquier colegio porque nosotros podemos
hacerlo y no tenerlo en esta pinchy escuela pública", en mi casa ese niño
no nos da quejas.
Es innegable que en ocasiones el maestro como todo ser imperfecto podría equivocarse y no menos cierto es que desde el estado se están haciendo esfuerzos por darles una formación de calidad a la población estudiantil. Sin embargo,
Podemos dedicar el 50%, del PIB, a la formación y si la familia no educa nada será suficiente.