
Ahogada en sollozos, Pilar viuda Rodríguez, recuerda que su
esposo le respondió: “Sí, yo creo en los milagros Y ella le dijo que él ganaría
la obra. Al día siguiente, la llamó a las dos de la tarde para decirle que,
efectivamente, había ganado el concurso. “Vieja, como tú me dijiste, gané”,
recuerda Pilar que le dijo David, un hombre definido por su familia, vecinos y
allegados como ejemplar, cariñoso y muy humilde.
Pilar no para de llorar cuando expresa lo lejos que
tenía que aquella obra, que parecía una bendición, le traería la muerte a
su pareja y la orfandad a sus tres hijos.
La familia, recuerda numerosas situaciones que el
arquitecto debió enfrentar luego de que asumiera la obra. Afirman que la
mayoría de los empleados que trabajaron en la construcción no fueron
contratados por él, si no por los supervisores. Estos recibían el dinero,
pagaban y cuadraban de acuerdo a su criterio.
A pesar de que él esperaba la paga de unas siete
cubicaciones de la obra, y que concluyó su trabajo el pasado mes de febrero, no
llegó a recibir el dinero ni de tres. El monto global era 21.3 millones de
peso, pero él recibía migajas. Tanto así, que su esposa afirma que quería
comprar un solar en Tierra Linda, un sector populoso de La Romana , donde no le
costaría ni 200 mil pesos, y Rodríguez le respondía que no creía que le fuera a
alcanzar ni para comprar eso.
Nada en la casa donde vive la familia denota bonanza. Los
electrodomésticos y los muebles son los mismos que antes de aquel 30 de enero
en que ganar el concurso era algo similar a un milagro para los esposos.