Me veo en la obligación de expresar mi opinión en torno a
los hechos que recientemente han acontecido en nuestro país y que han provocado
un sin número de comentarios despectivos, mal hirientes y carentes de toda
objetividad hacia mi gloriosa Institución. Es cierto que tenemos miembros que
delinquen y manchan el uniforme y deshonran con sus acciones la integridad
institucional. No obstante, no se nos puede encasillar a todos los miembros de la Policía como si fuésemos
una banda delincuencial.
En la Policía Nacional hay conmigo, porque de ello
puedo presumir, muchos hombres y mujeres revestidos de los más fundamentales
principios y normas de educación, que nos hacen dignos de vestir el uniforme,
por lo que no es justo que gente sin criterio, sin fundamentos, sin formación y
sin moral, nos quieran señalar a todos como una Institución podrida. Podrida
está la sociedad de donde venimos, podridos están los diferentes estratos de
nuestra sociedad. Nadie escapa a esa podredumbre. Ni abogados, ni médicos, ni
ingenieros, ni políticos, ni sindicalistas, ni periodistas, nadie en este país.
Y nosotros no somos la excepción.
Ahora, podemos jactarnos de decir, que somos
la única institución que constantemente se depura y que airea públicamente a
aquellos malditos que usando el uniforme violan sus principios e irrespetan el
mismo, al actuar en contra de las leyes y los sometemos a la acción de la
justicia, como el caso reciente de esos malvados que quitaron la vida a una
joven de Azua, sin embargo, no es motivo para que se nos quiera condenar a
todos como si fuésemos unos mal nacidos. No es así y mientras vista este
uniforme, lo defenderé porque ser policía es para mi cuestión de honor y se que
como yo hay miles de mis compañeros con principios y valores que dignifican su
uniforme.