sábado, 31 de enero de 2015

Procreación humana, producción y reproducción: La lógica de la benevolencia

 Por el Padre Santiago Rodríguez

En consonancia con los artículos anteriores de temas de la bioéticas, recordemos que por procreación se entiende aquel comportamiento humano que pone las condiciones biológicas necesarias para posibilitar la concepción de un nuevo ser humano. Ese término se contrapone a producción (fabricación o transformación de una cosa) y a reproducción (fabricación o generación de un ejemplar idéntico o de una copia). Clonación.

La persona no es ni una cosa ni una simple copia representativa de su especie: cada individuo humano es un ser único, irrepetible e insustituible. La procreación obedece a una lógica proporcionada a la persona, como es la lógica de la benevolencia (querer gratuitamente el bien para otro), la lógica de la donación incondicionada. Producción y reproducción tienen también su lógica, pero no es la de la benevolencia; es la lógica de la productividad, la de obtener resultados satisfactorios para quien la pone por obra (aunque no sólo para él).

Las técnicas usadas por la Procreación Médicamente Asistida (PMA) que contemplan la fecundación in vitro con sucesiva transferencia del embrión en un útero (FIVET) se colocan en la lógica de la productividad, que incluye una obligada política de control de calidad para descartar los productos defectuosos. De hecho la evolución de la Fivet, desde sus inicios en 1978, siempre ha perseguido el mejor producto posible de acuerdo con los estándares en uso y el deseo de los clientes. De ahí el empleo simultáneo de varios embriones, la introducción de la inyección intracitoplasmática del espermatozoo en el óvulo, el diagnóstico preimplatatorio, la reducción embrionaria, etc.  Es  muy  difícil  que  lo  que  no  procede  de  la  benevolencia, incluido el ser humano, sea querido en sí mismo y por sí mismo.

Tanto la lógica instrumental de la Fivet, como algunas de sus consecuencias colaterales  (en particular,  las   manipulaciones  y   pérdidas   de   embriones) autorizan por sí solas un juicio moral coherentemente negativo. Sin embargo, como expresamente señala la Donum vitae, tampoco el “caso simple” (que teóricamente debería evitar esos inconvenientes operando con un solo embrión) merece una valoración diferente.

¿Por qué? Porque esas técnicas en sí mismas vulneran el ordo naturae, (orden natural) desde el momento en que no parece razonable que un ser humano sea causado, sea puesto en el ser, en virtud de un procedimiento técnico, ni tampoco parece razonable que dos esposos, imposibilitados de generar un hijo, elijan asumir un papel pasivo o de simple causa material de un proceso biotecnológico que es el que efectivamente pone las condiciones necesarias para la concepción del hijo.

Dicho de otro modo, en la procreación humana la lógica técnica destruye la lógica de la benevolencia; en realidad, los esposos no “dan” nada a ese hijo, sólo lo “reciben”, aunque, eso sí, a partir de ese momento, puedan acogerlo restaurando los lazos de benevolencia esenciales a la relación paterno-filial.