
Cualquier período es corto para hacer algo bien, por
eso el tiempo es el principal enemigo a combatir por todo aquel que debe ejecutar
un proyecto dentro de un plazo.
Muchos gobernantes fallan en medir el escaso tiempo que
tienen en sus manos para poder, no cumplir con las promesas efectuadas en
campaña, sino simplemente ejecutar algunos de los proyectos que entienden
fundamentales y que serán en un futuro, la gloria o deshonra de su obra.
Ojalá que los dos años que quedan por delante al actual
gobierno fueran realmente aprovechados para tomar decisiones e impulsar
acciones que sean capaces de generar cambios estructurales, los que de estar en
la dirección correcta nos harían avanzar geométricamente
Ahora que se aproxima el segundo aniversario del mandato del
Presidente Danilo Medina, tiene mayor relevancia preguntarse qué puede o debe
hacer en los dos años que le restan y no concentrarse en evaluar cuán
satisfecha está la gente con el mismo; pues las mediciones de popularidad se
olvidan y solo los logros quedan.
Este país tiene urgentes problemas que resolver, los cuales
por no ser enfrentados no solo se ha dificultado solucionarlos sino que las
consecuencias que se han derivado accesoriamente de los mismos, son tan o más
graves que estos. Basta mencionar el déficit del sector eléctrico, el
cuasifiscal y los múltiples factores que promueven la informalidad y afectan
nuestra competitividad.
Algunos podrán alegar que con el cumplimiento de la
asignación del 4% del presupuesto en educación, la suscripción del Pacto por la Reforma Educativa
y la construcción de numerosas escuelas, se ha logrado un trascendental
avance. Sin embargo si no logramos que esa inversión del 4%
sirva a los propósitos deseados de transformar positivamente nuestro sistema
educativo y alcanzar el logro medible de que al cabo de 3 años de haber hecho
esos importantes aportes nuestros estudiantes sean mejores y por ende también
los pésimos resultados del país en todas las mediciones del área; de nada habrá
servido.
Transformar no depende de cuántos recursos se inviertan ni
de cuántas acciones se hagan, sino de hacer exactamente lo que se necesita para
lograr el resultado esperado.
Ojalá que los dos años que quedan por delante al actual
gobierno fueran realmente aprovechados para tomar decisiones e impulsar
acciones que sean capaces de generar cambios estructurales, los que de estar en
la dirección correcta nos harían avanzar geométricamente.
Pero para eso se necesita tomar conciencia de que el tiempo
es escaso y debe aprovecharse al máximo, definir prioridades y entender que la
única forma de lograr múltiples resultados es si distintos equipos trabajan
simultánea y separadamente bajo códigos y visiones comunes, de forma que
los resultados de cada uno puedan armarse como piezas de un rompecabezas.
Si esto no ocurre y cada tema debe estar manejado por el
mismo equipo y solo puede decidirse si el Presidente mismo se hace cargo, el
tiempo, el implacable, pasará inexorablemente y entonces solo contará aquello
que verdaderamente permanece dejando una huella.