Las duchas escocesas son maravillosas porque permiten que sus usuarios se bañen
con agua fría o con agua caliente según preferencias o necesidades.
Si a todo ésto se añade las veces que entra en contactos con sus hermanos, tíos, amigos y maestros, cada uno con sus reproches, burlas, consejos o debilidades, usted puede imaginar las duchas escocesas, calientes o frías, que caen sobre el pobre niño.
Golpear y hacer llorar a un niño para luego acariciarlo constituye otra ducha escocesa. Frío en los golpes y calor en las caricias.
Las duchas escocesas morales son muy dañinas porque hacen de un niño normal un ser salvaje, o un tímido, o un rebelde, o un hipócrita o un acomplejado.
El niño necesita una vida tranquila, armoniosa y normal, con un mínimo de cambios, y una educación sistemática y continua.
Tanto en el hogar como en la escuela, el niño debe estar rodeado de una
atmósfera de amor, confianza, consideración, delicadeza y trato fino. Que así
sea.
Las duchas escocesas son muy abundantes en el medio familiar en el orden moral.
Los niños son quienes más reciben los efectos de ellas. Un niño ha pasado todo
el día con una madre permisiva o débil. Por la noche regresa el padre de
carácter duro, avinagrado, agresivo y rígido: ducha escocesa. Otro niño alterna
períodos de tiempo entre sus padres y sus abuelos. Se ve en la obligación de
adaptarse o de modificar sus gestos, actitudes o patrón de comportamiento para
complacer a unos y a otros.
Si a todo ésto se añade las veces que entra en contactos con sus hermanos, tíos, amigos y maestros, cada uno con sus reproches, burlas, consejos o debilidades, usted puede imaginar las duchas escocesas, calientes o frías, que caen sobre el pobre niño.
Golpear y hacer llorar a un niño para luego acariciarlo constituye otra ducha escocesa. Frío en los golpes y calor en las caricias.
Las duchas escocesas morales son muy dañinas porque hacen de un niño normal un ser salvaje, o un tímido, o un rebelde, o un hipócrita o un acomplejado.
El niño necesita una vida tranquila, armoniosa y normal, con un mínimo de cambios, y una educación sistemática y continua.