Nuestros bosques que antes eran signos de
admiración por los copiosos montes adornados del canto de los grillos, hoy sólo
nos queda el recuerdo de oír las chicharras que eran acompañados se sapos y
ranas que dejaban las personas sordas por el ruido que hacían.
Hoy se puede observar los vacíos donde había árboles, con la
mirada indiferente de las autoridades de Medio Ambiente que parecen estar de
acuerdo con los depredadores que sin reparo cortan todo tipo de árboles.
Se puede ver las flores de las amapolas que por suerte su
corteza no sirve para ningún tipo de trabajo artesanal, de lo contrario se la
hubiesen llevado de paro también.
El samán que antes era de poco uso, ahora resulta que es una
madera preciosa la que confunden con la caoba.