Antes de recibir la sentencia que lo condenó a la crucifixión, Jesús
de Nazaret fue arrestado en Getsemaní por los guardias del templo, y presentado
a Caifás sumo sacerdote Judío ese año. Antes
Caifás y el Sanhedrín político Jesús fue hallado culpable de “blasfemia”. Al amanecer lo juzgó el Sanhedrín religioso y
también lo encontró culpable, un crimen castigado con la muerte.
Conforme a la ley el permiso para ejecutar
a Jesús debía provenir de los romanos, fue por eso que el Procurador de Judea Poncio
Pilato lo recibió temprano y conoció sobre la acusación presentada no como blasfemo,
sino como “un rey autoproclamado que rechazaría la autoridad romana”. Pilato no
presentó ningún cargo contra él y lo envió a Herodes Antipas, tetrarca de
Judea, quien tampoco presentó acusación oficial y lo devolvió a Pilato.
De nuevo Pilato no pudo encontrar base alguna
para un cargo legal contra Jesús, pero la gente demandaba la crucifixión con
persistencia y finalmente cedió a su demanda y entrego a Jesús para ser
flagelado y crucificado.
McDowell ha revisado el clima político, religioso
y económico de la época y ha determinado que hubo varias ilegalidades de los
juicios judíos y romanos.
Jesús pasó por el juicio judío y el romano, obligándolo a caminar más de
cuatro kilómetros de un local a otro.
A este hombre debilitado y burlado que reclamaba
ser rey, los soldados comenzaron a castigarle colocando una túnica sobre sus
hombros, una corona de espinas sobre su cabeza, y un palo como cetro en su mano
derecha. A seguidas le escupían y le golpeaban la cabeza, las espaldas, las
nalgas y las piernas. Más aun, cuando le
arrebataron la túnica, probablemente le reabrieron las heridas.
No se sabe si el número de azotes a Jesús se
limitaba a 39, de acuerdo a la ley judía.
La flagelación produjo laceraciones en forma de rayas y
considerable pérdida de sangre, y probablemente contribuyó al shock
hipovolémico. En el lugar de la crucifixión, sus muñecas fueron clavadas al
patíbulum, y luego que fuera alzado hasta el poste sus pies fueron clavados al
estípite.
El mayor efecto patológico de la crucifixión era la interferencia
con la respiración. Así que la muerte de Jesús resultó básicamente de shock
hipo-volémico y asfixia.
Desde el mediodía hasta la tres de la tarde, se cubrió todo el
país de tiniebla y cerca de (la hora novena) las tres según afirma Mateo 27:
45.50, Jesús pronuncio sus últimas palabras.
La muerte fue asegurada por una punzada de lanza en su costado. La
interpretación médica moderna del evento histórico indica que Jesús estaba
muerto cuando fue bajado de la cruz.
Se afirma como un hecho milagroso
la especulación difundida entre sus seguidores, de que Jesús podría resucitar en
la madrugada del próximo domingo, el tercer día de su muerte.-