A: Félix Augusto Corniel Apreciado maestro, amigo, compañero, hermano.
Qué frágil es la vida, jamás imaginamos estar aquí en este difícil momento; tu partida este domingo 23 de noviembre del presente, marca un antes y un después en la vida de quienes tuvimos el privilegio de conocerte y compartir contigo.
Dejaste un legado de amistad sincera con tu personalidad afable y buen sentido del humor, motivando a compañeros y amigos; tu grandeza se veía en tus actos, en tu trato, en tu manera de estar presente. Para muchos fue guía, para otros inspiración y para todos una bendición. Tenías una forma silenciosa que distingue a los seres especiales.
Las anécdotas siempre se estarán contando sobre tus ocurrencias, estarás en cada conversación, porque fuiste inspiración, alegría y compañerismo. Con algunos de nosotros compartiste desde muy joven y te empeñaste en dirigir un equipo de softbol con el objetivo de cultivar la vida sana que cada joven merece. Trabajamos juntos y siempre estuviste dispuesto a colaborar, tu norte fue siempre la puntualidad, la responsabilidad, la creatividad, el compromiso y el trabajo en equipo.
A pesar del dolor que hoy nos embarga. Sabemos que cuando ocurre la partida de un ser querido los que disfrutamos por años de sus cualidades, estamos en la fase de negación, pero cuando es un ser que no juzga, que se cuida de opinar negativamente de los demás, que sus principios no son negociables, que defiende sus ideas y convicciones, que era humilde, que amó los animales, que se ponía en segundo lugar cuando se trataba de apoyar a un amigo o compañero de trabajo, es inaceptable dejarlo ir.