Por Parmenio Paulino Nuesi.- La reelección presidencial ha
sido uno de los temas que ha suscitado mayor interés y discusión en los
últimos meses provocando gran revuelo en los medios de
comunicación y levantando el entusiasmo de un sector popular que a cambio de
migajas promueven la modificación constitucional para dar continuidad a un gobierno electo por un periodo determinado.
Si revisamos nuestra historia constitucional habremos de observar que nuestra carta magna ha permitido y ha negado en diferentes periodos la reelección presidencial y todo esto se ha hecho de acuerdo a los intereses de la clase política gobernante.
Esta vez, y como siempre acontece en cada ciclo electoral, un grupo de funcionarios promueve con entusiasmo el proyecto reeleccionísta en favor del presidente, y sostiene que “las circunstancias políticas, económicas y sociales favorecen al mandatario para que pueda continuar gobernado”; sin embargo, en esta ocación adversarios de su mismo partido afirman que la modificación a la constitución para beneficiar a un grupo de allegados al mandatario violaría los acuerdos firmados por los miembros del comité político del PLD, ademas atentaría contra la institucionalidad del país y la democracia. Otros tambien afirman que “ya no hay tiempo suficiente para embarcarse de forma exitosa en un proyecto de reforma para reinstaurar y prolongar la reelección de Danilo Medina”.
También se oponen a esta modificación los principales partidos del sistema, los miembros de la sociedad civil y una gran mayoría del pueblo dominicano conforme a los resultados de las principales encuestadoras privadas y las mediciones públicas que se realizan a través de los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales.
Entendemos que el presidente
de la república pese a la estabilidad macroeconómica que exhibe el país en estos momentos, no debería acudir a esta aventura
política de reformar la constitución para prolongar su período después de haber
ganado una reelección bajo un acuerdo intrapartidario.
Hay que recordar lo afirmado
por el propio presidente hace algunos años cuando dijo: “Cuando termine mi
gestión y me convierta en un ciudadano ordinario, deseo que la gente me diga en
la calle, gracias Danilo, por haber mejorado las condiciones de vida de los
pobres”.
Definitivamente creemos inoportuno que el presidente
de la república se embarque en un proyecto que tienda a reformar la
constitución para beneficiarse a sí mismo y a beneficiar solo a los suyos, todo
esto cuando la sociedad dominicana no ha tenido respuestas a temas tan
elementales y que tocan fibras tan sensibles como la migración haitiana y otros
temas de interés nacional.-
Si hacemos un recorrido
retrospectivo sobre la reelección durante los últimos cincuenta años de vida
democrática en nuestro país, podemos observar lo que prescribe la historia a continuación:
La constitución de 1963:
Prohíbe la reelección.-
Esta constitución del 63, la del
profesor Juan Bosch, considerada la más democrática que se ha dado el pueblo
dominicano, establecía lo siguiente: ¨Art. 123.- El Poder Ejecutivo se ejerce por el
Presidente de la
República , quien será elegido cada cuatro años por voto
directo, secreto y popular, sin que pueda ser reelegido ni postularse como
candidato a la
Vicepresidencia en el período siguiente”.
La reforma de 1966: Instauraba
la reelección indefinida.-
La constitución de 1966 del
Doctor Joaquín Balaguer, que se contrapone a la constitución de 1963, producto
de las causas que dieron origen al golpe de estado, a la invasión de 1965 y a
la contrarrevolución de los conservadores o burgueses de esa época estableció
la reelección indefinida.-
La reforma de 1994: elimina la
reelección.-
Esta modalidad coyuntural se
estableció en la carta magna con el propósito de impedir que el Dr. Joaquín Balaguer se
repostulara después de las disputas electorales de ese año con el Dr. José
Francisco Peña Gómez.-
La reforma del 2002:
reinstaura la reelección y nunca jamás.-
El interés de un grupo por
continuar disfrutando de las mieles del poder mas allá del mandato conferido
por el pueblo dominicano en la elecciones del 2000, llevaron a ex presidente
Hipólito Mejía a modificar la constitución de forma acelerada y embarcarse en
un proyecto reeleccionista que resultó fallido y provoco la división insalvable
de su partido.-
La reforma del 2010: elimina
la reelección.-
A raíz de las diferencias
ocurridas en el PRD y que marco la división entre Hipólito Mejía y Miguel
Vargas Maldonado, se produjo un pacto político entre Leonel Fernández y Vargas
Maldonado, denominado pacto de las corbatas azules, en el mismo se acordó
modificar la constitución para suprimir la reelección y abrir las posibilidades
de retorno al poder de los ex presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández
Reyna.-
La reforma del 2015: restaura
la reelección.-
Congresistas y funcionarios
del gobierno aprovecharon la popularidad coyuntural del presidente Danilo
Medina y lograron restaurar la reelección acordando modificar el artículo 124 de
la constitución al añadir “el nunca jamás,” y así nuevamente vuelve a ganar la
presidencia Danilo Medina.-
La propuesta del 2019:
restauraría la prolongación de Medina.-
Nuevamente congresistas,
funcionarios y amigos muy cercanos al presidente Danilo Medina promueven rabiosamente
la reforma constitucional para beneficiarse con la prolongación de un nuevo mandato y poder participar en
las elecciones del 20 de mayo del 2020. Su propuesta es modificar el articulo transitorio impulsado en el 2015 por el propio Medina que establece: " En caso de que el presidente de la república correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato para el mismo cargo en el periodo 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente periodo ni a ningún otro, así como tampoco a la vicepresidencia de la república.” esta contradicción de principios ha marcado una división insalvable en el partido de gobierno que podría terminar en una debacle electoral .-
Entendemos
que las reglas del sistema electoral no pueden estar sujetas a la conveniencia
política de los grupos que en cada proceso o etapa nos gobiernan ya que la
institucionalidad y la democracia de nuestro país se podrían lacerar
sensiblemente.-