miércoles, 17 de julio de 2019

Una nueva reforma constitucional para prolongar la reelección del presidente


Por Parmenio Paulino Nuesi.- La reelección presidencial ha sido uno de los temas que ha suscitado mayor interés y discusión en los últimos meses provocando gran revuelo en los medios de comunicación y levantando el entusiasmo de un sector popular que a cambio de migajas promueven la modificación constitucional para dar continuidad a un gobierno electo por un periodo determinado.   

Si revisamos nuestra historia constitucional habremos de observar que nuestra carta magna ha permitido y ha negado en diferentes periodos la reelección presidencial y todo esto se ha hecho de acuerdo a los intereses de la clase política gobernante.

Esta vez, y como siempre acontece en cada ciclo electoral, un grupo de funcionarios promueve con entusiasmo el proyecto reeleccionísta en favor del presidente, y sostiene que “las circunstancias políticas, económicas y sociales favorecen al mandatario para que pueda continuar gobernado”; sin embargo, en esta ocación adversarios de su mismo partido afirman que la modificación a la constitución para beneficiar a un grupo de allegados al mandatario violaría los acuerdos firmados por los miembros del comité político del PLD, ademas atentaría contra la institucionalidad del país y la democracia.   Otros tambien afirman que “ya no hay tiempo suficiente para embarcarse de forma exitosa en un proyecto de reforma para reinstaurar y prolongar la reelección de Danilo Medina”. 


También se oponen a esta modificación los principales partidos del sistema, los miembros de la sociedad civil y una gran mayoría del pueblo dominicano conforme a los resultados de las principales encuestadoras privadas y las mediciones públicas que se realizan a través de los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales.

Entendemos que el presidente de la república pese a la estabilidad macroeconómica que exhibe el país en estos momentos, no debería acudir a esta aventura política de reformar la constitución para prolongar su período después de haber ganado una reelección bajo un acuerdo intrapartidario.  

Hay que recordar lo afirmado por el propio presidente hace algunos años cuando dijo: “Cuando termine mi gestión y me convierta en un ciudadano ordinario, deseo que la gente me diga en la calle, gracias Danilo, por haber mejorado las condiciones de vida de los pobres”.

Definitivamente creemos inoportuno que el presidente de la república se embarque en un proyecto que tienda a reformar la constitución para beneficiarse a sí mismo y a beneficiar solo a los suyos, todo esto cuando la sociedad dominicana no ha tenido respuestas a temas tan elementales y que tocan fibras tan sensibles como la migración haitiana y otros temas de interés nacional.-

Si hacemos un recorrido retrospectivo sobre la reelección durante los últimos cincuenta años de vida democrática en nuestro país, podemos observar lo que prescribe la historia a continuación:

La constitución de 1963: Prohíbe la reelección.- 
Esta constitución del 63, la del profesor Juan Bosch, considerada la más democrática que se ha dado el pueblo dominicano, establecía lo siguiente: ¨Art. 123.- El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presi­dente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo, secreto y popular, sin que pueda ser reele­gido ni postularse como candidato a la Vicepresidencia en el período siguiente”.

La reforma de 1966: Instauraba la reelección indefinida.- 
La constitución de 1966 del Doctor Joaquín Balaguer, que se contrapone a la constitución de 1963, producto de las causas que dieron origen al golpe de estado, a la invasión de 1965 y a la contrarrevolución de los conservadores o burgueses de esa época estableció la reelección indefinida.-
    
La reforma de 1994: elimina la reelección.- 
Esta modalidad coyuntural se estableció en la carta magna con el propósito de impedir que el Dr. Joaquín Balaguer se repostulara después de las disputas electorales de ese año con el Dr. José Francisco Peña Gómez.-

La reforma del 2002: reinstaura la reelección y nunca jamás.- 
El interés de un grupo por continuar disfrutando de las mieles del poder mas allá del mandato conferido por el pueblo dominicano en la elecciones del 2000, llevaron a ex presidente Hipólito Mejía a modificar la constitución de forma acelerada y embarcarse en un proyecto reeleccionista que resultó fallido y provoco la división insalvable de su partido.-  

La reforma del 2010: elimina la reelección.- 
A raíz de las diferencias ocurridas en el PRD y que marco la división entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado, se produjo un pacto político entre Leonel Fernández y Vargas Maldonado, denominado pacto de las corbatas azules, en el mismo se acordó modificar la constitución para suprimir la reelección y abrir las posibilidades de retorno al poder de los ex presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández Reyna.-

La reforma del 2015: restaura la reelección.- 
Congresistas y funcionarios del gobierno aprovecharon la popularidad coyuntural del presidente Danilo Medina y lograron restaurar la reelección acordando modificar el artículo 124 de la constitución al añadir “el nunca jamás,” y así nuevamente vuelve a ganar la presidencia Danilo Medina.-

La propuesta del 2019: restauraría la prolongación de Medina.- 
Nuevamente congresistas, funcionarios y amigos muy cercanos al presidente Danilo Medina promueven rabiosamente la reforma constitucional para beneficiarse con la prolongación de un nuevo mandato y poder participar en las elecciones del 20 de mayo del 2020.  Su propuesta es modificar el articulo transitorio impulsado  en el 2015 por el propio Medina que establece: En caso de que el presidente de la república correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato para el mismo cargo en el periodo 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente periodo ni a ningún otro, así como tampoco a la vicepresidencia de la república.” esta contradicción de principios ha marcado una división insalvable en el partido de gobierno que podría terminar en una debacle electoral .-

Entendemos que las reglas del sistema electoral no pueden estar sujetas a la conveniencia política de los grupos que en cada proceso o etapa nos gobiernan ya que la institucionalidad y la democracia de nuestro país se podrían lacerar sensiblemente.-